Juego mundial oculto por el desvarío local

lunes, 15 de octubre de 2018 · 07:00

Por Ricardo Kirschbaum para diario Clarín

Cuando Vladimir Putin, el líder que ha reconstruido el poder ruso tras la implosión de la Unión Soviética, recibió en julio al ex canciller iraní Alí Akbar Velayati, el gobierno argentino quedó desconcertado. Esas tribulaciones se referían no tanto a la eficacia de las tarjetas rojas emitidas por la Interpol contra el jerarca iraní por el atentado contra la AMIA sino a la exhibición pública que hizo el gobierno ruso de esa entrevista. Se pensará, con razón, que los intereses rusos en la guerra en Siria y su alianza con Irán son prioritarios para el Kremlin. Pero ¿era necesaria esa muestra impúdica con Argentina?

Algunas respuestas aparecieron luego cuando el embajador ruso en Buenos Aires, Dmitry Feoktistov, comenzó a plantear a sus interlocutores locales la conveniencia de que Argentina integre una alianza antiterrorista que sponsorea Putin. El diplomático no es un improvisado en la materia: ha sido jefe de la división de lucha contra el terrorismo y vicejefe del Departamento Nuevos Retos y Amenazas de la Cancillería rusa. Fuentes oficiales que se han reunido con él dicen que es un hombre que conoce los vericuetos de los servicios de inteligencia. ¿Es que Putin presionó con Velayati para vencer resistencias argentinas sobre un acuerdo con Moscú contra el terrorismo?

La pregunta sobre cuál es la opinión de EE.UU. sobre este convite y el costo de aceptarla se deduce después de los abiertos gestos del gobierno de Trump apoyando a Macri en medio del pantano económico. También es resultado de la relación que tienen ambos presidentes y del silencioso trabajo, según fuentes seguras, del embajador argentino, Fernando Oris de Roa.

 

Sea como fuere, detrás de los fuegos de artificio de la política local, alguna de las consecuencias de la guerra comercial y del reacomodamiento mundial llegan aquí. La actividad de embajadores de EE.UU., Rusia y de China se ha multiplicado. En el último caso, la estratégica disposición de Beijing de ofrecerse como financista en cada caso que percibe que los intereses de EE.UU. dudan, se nota. Sobre todo en este período de escasez.

Una escasez que demudó al embajador de Japón por el reclamo directo que le espetó Mauricio Macri en una reciente reunión diplomática por las volumen mucho menos al prometido de inversiones japonesas.

Toda esta trama oculta por las extravagancias de la política argentina y por las torpezas indisimulables de manejo del Gobierno, que repite hasta el hartazgo errores anteriores que lo obligan a un esfuerzo mayúsculo para que no termine en desastre. Cambiemos crujió, entre el planteo de viva voz de Lilita Carrió hasta el sordo resentimiento radical por ser convidados de piedra.

El miércoles a la noche un enviado de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, le ofreció a Germán Garavano que se haga cargo de la Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala, un organismo de Naciones Unidas que tiene mucho peso en la vida interna de ese país. El ofrecimiento vino por la creencia de que Garavano se iría luego de la ofensiva de Carrió. El ministro respondió que se quedará donde está ahora.

Valorar noticia