Para el tiempo de cosecha

Después de un par de años malos, complicados, la taba se dio vuelta y la malaria y Dios se acordó que es argentino.
viernes, 16 de marzo de 2018 · 07:00

Por Marcelo López Álvarez

 

“Póngale por las hileras

sin dejar ningún racimo.

Hay que llenar la bodega,

ya se está acabando el vino”

                                       Félix Dardo Palorma

 

 

Arrancó la cosecha y pocas veces la estrofa de “Póngale por la hileras” ha tenido tanta precisión. Después de un par de años malos, complicados, la taba se dio vuelta y la malaria llegó a Estados Unidos y a Europa y Dios se acordó que es argentino.

La calidad y rindes son de buenos a muy buenos, superando las del año pasado, se calcula cerca del pronóstico de cosecha.

En un contexto mundial donde se espera el peor rinde en muchos años, que la vitivinicultura argentina tenga buenas cantidades y calidades abre una puerta interesante a la exportación y hasta la recuperación del mercado de granel que perdió mucho terreno. Sin embargo, no todo son rosas como marcan desde el sector cooperativo: “el mercado de exportación es solo el 20%, el 80 es mercado interno y la pelea por recuperar esta allí”.

La idea es compartida también por quienes se desempeñan en bodegas grandes y pequeñas. Puede que a varios esta coyuntura internacional les venga muy bien, pero el desafío es interpretar los nuevos mercados y hacer que el vino vuelva a ser la bebida de todos los días en la mesa y para eso “hay que trabajar en vinos de calidad pero más frescos, frutales, menos complejos y perderle el miedo a los blancos y rosados” y razón en esto último no  les falta ya que son más económicos de producir y la industria argentina está elaborando blancos y rosados de altísima calidad que son materia de sorpresa permanente para los expertos internacionales que los prueban.

No hay zona vitivinícola a la que le haya ido mal, no estamos ante una supercosecha como graficó un respetado agrónomo, pero estamos en valores normales. Una de las vedettes será el Este que tuvo muy buen rendimiento y buena calidad. Los días de febrero, que cambiaron la tendencia del calor insoportable de enero, con noches más frescas ayudaron mucho a la calidad tanto en blancos como en las bases de espumante, y lo que ya está entrando a las bodegas en uvas tintas, ayudadas por un par  de semanas sin lluvias y temperaturas más bajas, han dado buena madurez en azúcares y taninos y ya están entrando los primeros racimos de malbec y cabernet, incluso en el Valle de Uco, donde hay mucha más uva que el año pasado.

Pese a algunas voces algo pesimistas, todos los consultados en el sector coinciden en que las bodegas están pidiendo más uva. A pesar de la baja de consumo, las malas cosechas anteriores y la poca elaboración, dejaron los stocks vínicos en unos cuatro meses, por lo que la idea que predomina es la de llenar la bodega.

Una conocida firma de Maipú que el año pasado elaboró 3 millones de kilos, planea llegar a 5 millones este año. En la industria también ponen entre las buenas nuevas la sanidad de las uvas que están entrando y hasta aseguran que se ve una disminución notable de la presencia de lobesia.

Lo que seguramente hará ruido en el primer eslabón de la cadena, son los precios. Las bodegas apuestan a pagar lo mismo que el año pasado y que se compense la pérdida inflacionaria con la mayor producción. La idea no cae bien en los grupos asociados de productores, pero también son conscientes que la caída del consumo y la situación macro de la economía argentina les juegan en contra.

Las tensiones como cada vendimia están presentes, pero este año parece que por fin se llenará la bodega.