Curadores de palabra

viernes, 9 de marzo de 2018 · 07:00

Por Marcelo López Álvarez

Especial para Mendovoz

“Ustedes pusieron hace unos días que estábamos en terapia intermedia, bueno ponenos en terapia intensiva”, la fuerte confesión salió de la boca de un dirigente vitivinícola el lunes a la tarde, después del devaluado show institucional vendimial.

La voz a través del teléfono sonaba desencantada, “no esperamos mucho pero por lo menos alguna señal del reintegro de exportaciones, el combate de la lobesia o una manito más fuerte en el tema promoción y apoyo para reconvertir un poco la industria para adaptarnos a nuevos mercados”.

En el sector reconocen que la presencia de tres ministros nacionales, gobernadores y funcionarios es una señal clara que el sector existe, sin embargo, no entienden el por qué y es por eso que cuesta tanto coordinar políticas público-privadas o hay que pelear como Don Quijote contra los molinos por cada medida o defenderse permanentemente de ataques como el impuesto al vino o la publicidad en Buenos Aires.

El viernes en la tarde en el Hotel Intercontinental el Ministro de la Producción, el mendocino Francisco Cabrera se sinceró con los dirigentes vitivinícolas “de ser el héroe de la vitivinicultura voy a pasar a ser el villano”, les dijo mientras les confirmaba que el lobby cervecero había tenido éxito y los impuestos internos no serían del 14% como marca la ley, sino que quedarán en el 10%.

Desde los estrados del desayuno de la COVIAR y el Agasajo de Bodegas de Argentina, se ensayó una especie de autocrítica del sector, sobre todo a la relación con los mercados y la producción. No es poco en un contexto de una industria que durante mucho tiempo creyó que era capaz de dictar las reglas a los consumidores. Esas políticas son también en parte responsables de la feroz caída del consumo de más de 30 litros per cápita en 30 años.

El próximo 26 de marzo se vuelve a reunir la mesa de competitividad vitivinícola, las asociaciones apuestan a que, pasada la  vendimia, la discusión se profundice y comiencen a aparecer medidas concretas y no parches o pequeñas grageas como pasó hasta hoy en una mesa llena de diálogo pero ausente de resoluciones.

En la diaria los dirigentes esperan más o menos lo mismo, no quedaron demasiado conformes con el discurso del Gobernador a quien le achacan varias inexactitudes. Les preocupa que, entre otras cosas, haya puesto sutilmente un tope de 90 millones de pesos a los subsidios provinciales para la energía. “No alcanza ni mueve significativamente la aguja”, aseveró uno de los dirigentes más combativos que vio el acto por televisión.

Al cierre de esta columna esperaban algún llamado para volver a la mesa de negociación por el tema tarifario. A los productores les preocupa que no aparezcan definiciones sobre la desaparición definitiva de la tarifa de referencia, ni tampoco algún avance en las negociaciones con Nación de la tarifa diferencial para el riego agrícola, pero no cierran la puerta a que comience a aparecer algún progreso.

La preocupación también se corre al acuerdo Mendoza-San Juan para el cupo de mosto. La presencia nacional, los alcances mediáticos de la fiesta, la calidad de los foros institucionales, demuestran que la vitivinicultura sigue siendo una industria de referencia aunque, como dijo uno de los más destacados hombres de la vitivinicultura mendocina cuando se apagaban los fuegos vendimiales, por ahora “nos vinieron a curar de palabra”.

 

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