A propósito del agua, la electricidad y el gas

viernes, 27 de abril de 2018 · 07:00

Tarifas, tarifas y más tarifas... Aumentos, reacomodamientos y reubicaciones.

Esta semana hemos sido bombardeados con estas palabras y estas acciones. Miramos, escuchamos y sacamos cuentas, pensando en lo que se viene.

“Ahora, recomendaciones para gastar menos gas” dijo la conductora del noticiero y, de golpe, la mesa familiar hace silencio. Que el piloto, que las hornallas, que el horno, que las estufas y cuanta cosa nos podamos imaginar. Y fue ahí cuando empezó el análisis de cuanto derrochamos en cada hogar.

Luces encendidas sin sentido, cargadores enchufados sin ser usados, televisores prendidos sin que nadie los vea, aires acondicionados que no están en 24 grados y ni hablar del mal uso eléctrico en los espacios públicos... En algo nos estamos equivocando.

¿Y con el agua cómo estamos? Parece ser que nunca vamos a entender que vivimos en un desierto. En Mendoza, el derroche de agua debería ser penado de manera severísima. Y sin embargo, no hacemos nada por cambiar ese accionar que nos lleva a estar de manera permanente en emergencia hídrica. Hay vecinas que llegan a baldear calles asfaltadas en su afán de limpieza...

Es cierto que los aumentos nos golpean, nos dejan tambaleantes. La queja y el enojo son válidos y lógicos pero también es cierto que nos debemos un profundo análisis de cómo es nuestro accionar con respecto a los usos de la electricidad, el agua y el gas. Hay derroches innecesarios en nuestras casas y eso lo podemos evitar. Es necesario educar sobre los usos y eso se logra con la acción.

“¿Quién dejó esta luz prendida?” regañaba mi papá. “¡Cerrá la canilla…!” refunfuñaba mi mamá, allá lejos y hace tiempo. Y seguro, más de uno recordará a sus padres o abuelos pidiendo control sobre agua, electricidad y gas.

Hoy, como una lección de vida, nos toca aprender en las dificultades. Ahora cuidaremos esos bienes -cada vez más preciados y caros-.

Ahorraremos pensando en el bolsillo pero lo bueno es que nos iremos convirtiendo en ciudadanos responsables del consumo.

 

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