La columna política de Diario Uno

lunes, 7 de mayo de 2018 · 07:00

El gobernador Alfredo y los dos escribidores

Intimidad de un encuentro. La visita a Mendoza, por tercera vez, de Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro dejó una imborrable lección de vida.

por Andrés Gabrielli para diario Uno

Mario Vargas Llosa, a través de los años, supo encontrar un sincero afecto por Mendoza.

De paso a Santiago de Chile, visitó por tercera vez Mendoza, pese a que su cicerone en Argentina, Gerardo Bongiovanni (el amigo "liberal" a quien le dedicó su reciente trabajo, El llamado de la tribu) estaba empeñado en llevarlo por otros horizontes desconocidos.

"Me gusta Mendoza", ratifica el premio Nobel peruano. Aquí se siente a sus anchas porque, además de los paisajes y de la buena mesa, lo aguardan amigos, como el exrector de la Universidad de Congreso, Daniel Pereyra, que le aseguran la dosis exacta de privacidad y de trato social sin mayor etiqueta.

Existía un interés adicional, esta vez, para el escritor y para su hijo Álvaro. Luego de haber charlado con el presidente Mauricio Macri y con algunos de sus ministros, querían conocer a Alfredo Cornejo.

Un destacado colaborador presidencial, el jefe de Gabinete Marcos Peña, les había manifestado cierta incomodidad con el gobernador por su pronunciamiento público en relación a las tarifas.

Incomodidad que fue convalidada, cuando estalló la vorágine del dólar, por algunos influyentes periodistas, como Marcelo Longobardi, quien habló del "efecto Cornejo" como motivador del apriete de la oposición en el Congreso.

Al encuentro del gobernador

Con una envidiable apostura y lozanía a sus 82 años, Vargas Llosa se despliega, atento a cuanto lo rodea, flanqueado, en todo momento, por Álvaro. Ambos recuerdan, como dúo padre-hijo, al pasaje reciente de Julio y Yamil Le Parc.

Con una diferencia básica de Álvaro respecto de Yamil: sin ser novelista, comparte la pasión por la escritura con su progenitor. Los dos son columnistas en diarios prestigiosos, viajeros, polemistas. Y andan, por estos días, en plan de presentar sus nuevos trabajos: Mario lleva bajo el brazo La llamada de la tribu, a la que considera "una autobiografía política, intelectual e ideológica"; Álvaro está difundiendo el volumen colectivo El estallido del populismo, que aborda una obsesión política suya de siempre.

Expertos en auscultar la realidad de los lugares que visitan, sabían, los Vargas Llosa, que en Mendoza se toparían con el dirigente radical de mayor peso en el país.

El gobernador y presidente de la UCR no los defraudó. De entrada, aclaró su posición sobre los planteos elevados al Ejecutivo central por las tarifas. Según Cornejo, Cambiemos se integra con dos aliados que están sujetos a la voluntad unipersonal de Macri y de Lilita Carrió. "Por el contrario, el radicalismo es un enorme transatlántico, lleno de gente diversa, a la que hay que expresar", señaló. Lo cual explica la preocupación por el asunto tarifario, que es una prioridad de la clase media.

El hombre que sabe escuchar

Apenas saludado en la Residencia del Gobernador, en La Puntilla, el Nobel peruano se interesó vivamente por el libro que le acercó el director de Escuelas, Jaime Correas, Cortázar en Mendoza y por los papeles del autor de Rayuela hallados en la Universidad de Princeton.

Vargas Llosa aportó datos propios acerca del legado de otros escritores como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo o Carlos Fuentes. Lo dice con la sencillez y el fervor de un estudiante de literatura. Como si él mismo no perteneciera a esa estirpe de firmas legendarias. Como si no fuera uno de aquellos moradores del Olimpo.

Es el rasgo más notable de Vargas Llosa: su predilección por escuchar al otro antes que por la perorata propia, por la propensión al monólogo.

Son él y su hijo quienes más le preguntan a Cornejo y no al revés. Mario observa, bebe con avidez de esponja cuanto sucede su alrededor, archiva mentalmente, con el detallismo que enriquece cada una de sus novelas.

Y no ha perdido capacidad de asombro. Lo denotan su semblante, el brillo de sus ojos, ante cualquier anécdota singular.

La chispa creadora plenamente viva.

Obsequio. Vargas Llosa con la camiseta de Godoy Cruz que le regaló el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo, además de un cuadro de Zully Bazán y un vino de Ale Vigil.

Obsequio. Vargas Llosa con la camiseta de Godoy Cruz que le regaló el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo, además de un cuadro de Zully Bazán y un vino de Ale Vigil.

Interés común por la educación

La educación es un tema prioritario para Vargas Llosa. Sobre todo si se apunta a sociedades carentes como las de nuestra región.

Por eso atiende con interés y confirma en un todo las palabras de Cornejo cuando, tras ilustrar en detalle su proyecto del ítem aula, dice que, a principios del siglo pasado, la Argentina era un faro educativo para América y para el resto de los países; en cambio hoy, los mejores ejemplos los encontramos lejos, en Finlandia, en Singapur, en Corea del Sur...

Como si le hablara al autor de La tía Julia y el escribidor, Cornejo dirá, horas después, en su mensaje ante la Asamblea Legislativa: "En Mendoza la educación importa. Y vamos consiguiendo frutos que los mendocinos pueden ver. Queremos que nuestros chicos aprendan la lengua. Que lean, produzcan e interpreten textos, adquieran una correcta oralidad y que dominen las operaciones matemáticas básicas".

Decadencia y esperanza

Cornejo clava otra pica en el vasto campo de interés de Vargas Llosa: "Desde 1983, en que retornó la democracia, nuestra país es el único de la región, con excepción de Venezuela, que no ha dado un salto de calidad. Al contrario, hemos retrocedido".

"¡Han perdido un tercio de siglo!", se asombra Álvaro Vargas Llosa al hacer un cálculo elemental.

Es coincidencia, entre los presentes (se encuentran allí, también, los legisladores Juan Carlos Jaliff y César Biffi), que Venezuela representa una catástrofe humanitaria. Vargas Llosa añade que, para muchos venezolanos, Macri es, como líder regional, una firme esperanza, aunque solitaria hasta aquí. Pero entiende que ahora se sumará, con igual énfasis, el presidente chileno Sebastián Piñera y, en caso de resultar electo, con más brío aún, el colombiano Iván Luque.

"Nadie sabe adónde irá a parar el Perú, sacudido por el caso Odebrecht", se ensombrece el creador de La Ciudad y los perros.

Su esperanza y su entusiasmo se encienden cuando alude al Brasil que, antes del despertar de la Justicia, "iba rumbo a un callejón sin salida por la brutal corrupción".

Malbec, la llave mágica

La cena, en la residencia, está regada con Apartado, un malbec de Rutini. Luego, Cornejo regalará a los Vargas Llosa uno de sus preferidos, El Enemigo de Alejandro Vigil.

Álvaro, que vive, hace más de una década, en Estados Unidos, aprovecha para comentar con admiración que en los restoranes de Washington y alrededores solo se ve vino argentino: "¡Gracias al malbec, conviven con los californianos y han desplazado a los chilenos!".

La cocina peruana es reina

Si Argentina se destaca gracias al malbec, Perú está conquistando el planeta con su gastronomía.

Álvaro, viajero impenitente, lo confirma y agrega: "Gastón Acurio es el que ha hecho el marketing más efectivo. Pero mi preferido es Rafael (Osterling). No dejen de visitarlo, porque en Lima, pese a la difusión hacia el extranjero, se sigue comiendo la mejor comida peruana del mundo".

Redes: nosotros o el caos

La eclosión de las redes sociales con su carga letal de noticias falsas recibe el peor de los diagnósticos por parte de Mario Vargas Llosa. Lamenta que hayan opacado en influencia a los diarios más serios.

"Solo de nosotros depende que esto no termine en el caos total", clama, como si fuera la guerra del fin del mundo.

El caballero andante no se rinde.

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