El ajuste fiscal, un temor que toca a gobernadores y ministros

miércoles, 9 de mayo de 2018 · 07:00

por Alcadio Oña para diario Clarín

Hay unos cuantos ministros y unos cuantos gobernadores inquietos por culpa de una decisión presidencial apuntada hacia el achicamiento del déficit fiscal y, claramente, hacia el achicamiento de la cuenta de los intereses de la deuda.

Ocurre que el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne anunció un recorte de los gastos o “un ahorro de US$ 3.200 millones”, pero sólo definiendo a grandes rasgos por dónde pasará la guadaña. Para los inquietos, la clave está en los detalles.

Es un ajuste sobre el ajuste, sacado al calor de la turbulencia cambiaria y un ajuste que también busca ser una señal tranquilizadora para los centros financieros internacionales.

Esto último quizás explique por qué el ministro tradujo a dólares la cifra del apretón.

Para empezar por los gobernadores, su preocupación se llama obras públicas sostenidas desde el Estado nacional, las llamadas transferencias de capital a las provincias.

Dujovne anunció que casi la mitad de la poda caerá sobre la inversión en infraestructura y representará $ 30.000 millones, equivalentes hoy a unos US$ 1.350 millones.

El punto es que antes de ahora las transferencias de capital venían desplomándose: según ASAP, una organización dedicada al análisis de los números fiscales, bajaron nada menos que un 30% nominal durante el primer trimestre contra el mismo período de 2017.

Basta agregar que de un año al otro la inflación fue del 25,4%, para medir la dimensión real del ajuste.

Más aún, hasta podría añadirse que desde septiembre (o sea, desde que el tiempo electoral cedió paso al tiempo fiscal) esa partida ya salía a cuentagotas. En diciembre había retrocedido un 48%, casi a la mitad comparada con diciembre de 2016.

Desde el Gobierno han aclarado que las obras en marcha no se detendrán y que la máquina de achicar irá sobre las inversiones nuevas. Como quiera que sea, poda habrá.

Colados dentro de este tironeo, aparecen varios informes atribuidos a fuentes oficiales. Hablan sobre el buen estado de la mayoría de las finanzas provinciales, lo cual equivaldría a decir, sin decirlo expresamente, que al menos parte de las obras puede seguir adelante sin ayuda del Tesoro Nacional.

Pero como algo de lo que había proyectado sobrevivirá, el punto es saber para quiénes sobrevivirá.

La duda alumbra una pregunta: ¿habrá moneda de cambio en la pulseada por las tarifas?

Si el proyecto empujado por el peronismo pasa de Diputados al Senado, ahí tallarán los gobernadores y tal vez tallen aquellos fondos que la Casa Rosada no va a recortar o el momento en que los va a recortar.

Descontadas las obras públicas, queda pendiente una quita de US$ 1.850 millones y atada a ella corre la preocupación de unos cuantos ministros.

Dujovne será el brazo ejecutor, pero la decisión no será de él sino de aquellos que verdaderamente gravitan en el dónde se pone la mira y dónde se pasa de largo.

Mauricio Macri tendrá siempre la última palabra, aunque a su alrededor abundan controversias cada vez que asoma la necesidad de ajustar. Y suele pesar el punto de vista del vicejefe de Gabinete Mario Quintana.

Está claro que el ministro de Hacienda se comportará como un soldado de la causa fiscal y tan claro que en su entorno acostumbran afirmar: “Cumplir con la meta de 2018 es una consigna de hierro. Y vamos a cumplirla contra viento y marea, porque eso dicta la orden que bajó desde la Casa Rosada”.

Claro que ya no se trata de reducir el desequilibrio fiscal al 3,2% del PBI. Ahora la nueva meta plantea bajarlo al 2,7% y bajarlo en una circunstancia no precisamente propicia, justo cuando la recaudación impositiva sentirá los efectos de una economía que crecerá menos de lo previsto.

Apretar el déficit significa apretar la montaña de plata que se comen los intereses de la deuda y por allí circula, al fin, el objetivo central de la movida.

Sólo un dato: durante el primer trimestre, esa factura creció un impresionante 107%.

La cuestión es que en el camino del ministro de Finanzas Luis Caputo se ha cruzado el fuerte aumento de las tasas de interés; esto es, uno de los derivados del ataque al dólar.

Y si el temblor exterior lo indujo, como lo indujo, a mudarse al mercado de crédito interno, aquí lo agarró otro temblor.

Los subsidios serán un frente de ataque permanente y, sobre todo, los subsidios energéticos. De vuelta al primer trimestre, anotan una caída nominal del 74%.

Casi ni hace falta decir: impacto de los aumentos a la electricidad y al gas. Ni tampoco agregar por qué Macri insistirá con las tarifas, hasta con el veto si es necesario, y mantendrá a rajatabla el desarme de los subsidios.

Por lo menos de esta clase de subsidios, porque existen otros explícitos o implícitos para ciertas inversiones energéticas.

El problema, según los especialistas, es que en algún momento esa fuente se agotará y que, por un tiempo, el déficit fiscal exigirá financiamiento. Sea de afuera o de adentro, siempre deuda.

Y si antes los programas de inversión pública-privada eran una apuesta fuerte, ahora lo son mucho más pues la infraestructura depende de ellos.

Falta conocer el precio, pero ya se sabe que saldrán caros.

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