Malargüe, tierra de amor y venganza

lunes, 20 de enero de 2020 · 06:57

Por Laura Romboli especial para MendoVoz

Con el rumor llegando a la ciudad de que luego de la derogación de las reformas de la Ley 7722, el departamento del sur no participaría de la Vendimia 2020, quise escucharlos, saber que piensan y porque semejante desplante para con la Fiesta Mayor de los mendocinos.

El misterio, como una mala película, se dilucidó más pronto de lo que imaginaba. Solo unas horas en Malargüe alcanzaron para que cualquiera de sus habitantes mencione que son más "Patagonia que Cuyo". La geografía haciendo, como siempre, de las suyas, ahora como parte de un reclamo tan genuino que pareciera que mientras más al sur se encuentren, más profundo es el olvido.

Y logré comprender sus razones. Ellos son auténticos cuando hablan, sus argumentos tienen sustento, porque, simplemente, lo han vivido.

Malargüe tiene petróleo, minería, chivos, papa, frutos rojos y un gran hastío de promesas incumplidas. No tiene caminos asfaltados y una realidad que los apura. Tiene gente sin trabajo y familias que ven como sus hijos se van buscando un futuro mejor.

No tiene viñedos, no hacen vino, no tienen Vendimia y sienten que participar de la  Fiesta no los representan.

Pero Malargüe tiene la queja de la sequía, y eso los hace más mendocinos de lo que creen. Aunque no es suficiente y no estar en la Vendimia será todo un símbolo que nos apartará como provincia. Como una gran ironía, tal vez en esta edición su ausencia mostrará su fortaleza

¡La marcha de la Vendimia lo sabía!

Improvisé mentalmente un ensayo con la letra de la marcha Canto a Mendoza, sacando la parte que menciona al departamento y sentí al destino reírse un poco otra vez. Es que cuenta la historia que la canción fue escrita antes de la creación del departamento y cuando eso sucedió (1950), la letra debió cambiar y donde, decía “mi canto ofrendaré” pusieron “a Malargüe cantaré”. ¿Será esta vez el momento de volver a la original? Ojalá que no.

Tal vez sea tiempo de que cada uno pueda reconocer los errores y así acercar distancias y que sea tiempo de cosechar esperanzas y lograr que el norte y el sur se encuentren a mitad del camino y que logremos lo mejor para todos. Ojalá que sí.