Panorama vitivinícola: Rogando a Baco

viernes, 6 de marzo de 2020 · 06:56

por Marcelo López especial para MendoVoz

Llegó el fin de semana más esperado del año: nuestra querida Vendimia, símbolo del final de un ciclo, pero comienzo de otro que renueva la esperanza de -en una vuelta al sol- volver a tener un fruto y un vino nuevos.

Y vaya si este año muchos esperan que sea un final de ciclo. 

Algunos apuestan al final de un ciclo institucional de la industria. Otros, a que esta Vendimia sea la renovación del compromiso con -precisamente- esa institucionalidad y el trabajo mancomunado para que no sea el final de un proyecto, sino la sepultura de un período económico nefasto para una actividad que en 20 o 25 años perdió entre el 70% y el 80% de sus ventas en el mercado interno, que es su principal sostén.

En medio de la polémica institucional que veremos cómo se desarrolla en el desayuno de la COVIAR y el agasajo de Bodegas de Argentina, la gran mayoría de los productores apuestan a que algún milagro marque al 2019 como el año en que la actividad tocó el piso y comience un leve pero sostenido repunte. 

Eso sí: bajo nuevos conceptos y formas de ver y entender el mercado.

Ojalá sea así. Es cierto que todos los datos conocidos hacen pensar que peor ya no se puede estar. 

Un informe presentado esta semana por el IERAL, de la Fundación Mediterránea, se suma a la lista de instituciones que demuestran el terrible momento del sector.

El IERAL destaca que las bodegas tuvieron una caída en facturación, pero no regular: les fue mejor a las dedicadas a la exportación y mal a las que venden en el mercado interno, pese a que en el 2019 repuntó la venta respecto del 2018.

El instituto remarca que, “para los productores, la situación como un todo fue muy mala, peor a la del año anterior, puesto que sus ingresos, netos de inflación, cayeron casi un 50%. Como la cosecha fue similar a la del año anterior, la clave fueron los precios bajos de la uva, que cayeron en un contexto de inflación”.

El IERAL cree que, en el mejor de los escenarios, durante el año que comienza con esta Vendimia, el “mercado interno podría mejorar levemente” en tanto que, en “el mercado externo, la situación es algo extraña. El dólar oficial está caro, pero posiblemente se lo utilice para combatir la inflación”, por lo que una mayor brecha podría desalentar la exportación. 

Acá vale aclarar que es un análisis muy sesgado ideológicamente por el pensamiento de los economistas de la fundación. 

El trabajo también destaca que la baja de la cosecha podría llegar a equilibrar las cantidades elaboradas con la venta de vino, pero con stocks que continuarían altos.

El análisis también resalta que esas variables podrían terminar con la presión a la baja de los precios de la uva, algo que la realidad desmiente en estos días en que los productores están denunciando fuertemente que los precios pagados están incluso nominalmente por debajo de los de la cosecha pasada, con jugadores muy grandes que de un saque han salido a comprar cuatro o cinco millones de vino o el equivalente en uva para elaborar de una sola movida con el fin de bajar precios  y después retirarse del mercado.

La situación es harto difícil para los productores y las pequeñas y medianas bodegas, que se están transformando en carne fácil para los grandes tiburones de la concentración.

¿Será esta Vendimia un quiebre en el futuro de nuestra industria? Ojalá el Dios Baco lo quiera.