300 palabras: Los nuevos viejos

Por Guillermo Giaquinta, especial para MendoVoz

Hasta hace un par de meses, los nacidos en el ’60 andábamos relativamente conformes con disimular el cambio de década a fuerza de chupines, buenos anteojos de sol, cierta actividad física y tratando que la panza no nos impida la visión de los dedos de los pies.

Nos gustaba repetir eso de que los 60 de ahora son los cuarenta de antes (¿?).

Pero no, no podía durar mucho nuestra resistencia.

Alguien nos tenía que venir a gritar en la cara que sí somos viejos y difundirlo en todos los medios del mundo entero.  

Hasta hace un par de meses, los nacidos en el ’60 empezábamos a correr una cantidad de riesgos a tener en cuenta pero jamás pensamos que llegaría este puto virus gerontofóbico y buchón que nos señala con un dedo más burlón que el de los que creen que la juventud es un talento.

(Ya sé, a los 60 para lo único que somos jóvenes es para morirnos, pero la muerte no andaba por la vereda, sin distancia social y sin barbijo!!!)

Que la próstata, que el colon, que el pucho, que la presión…

Estos miedos, con un control médico más o menos regular, mermaban.

Ingresábamos a una zona de riesgo controlable.

Pero, así y todo, la íbamos piloteando y tratando de evitar otros riesgos no menores como prestarle la firma a algún incorregible y que nos embarguen lo último, caernos en la acequia y romper la punta de eje por culpa de los anteojos con la nueva corrección, o dejar de creer que todavía la vida nos puede deparar algo interesante.

Ayer veía, a pantalla partida en cuatro, 300 años de rocanrol, actitud y alegría de seguir del lado de arriba del planeta.

Los Rollings (77/77/72/78 años), cantando y demostrando que ¡esto no termina hasta que no termina!

Ok. ¡Somos los nuevos viejos!

Unos viejos agradables y divertidos si fuimos jóvenes agradables y divertidos.

Unos viejos chotos, si fuimos chotos de jóvenes.

Pero por favor, dejen de tratarnos como tratan los padres nabos a los niños con inquietudes…