La mujer que custodia el Museo Fader

Se trata de Marisa Lilian Lucero que trabaja desde hace 23 años en la casa de arte, que fue restaurada luego de estar cerrada cinco años.
martes, 12 de noviembre de 2019 · 16:05

Marisa Lilian Lucero fue destaca esta semana por la Secretaría de Cultura por su dedicación y aporte de casi un cuarto de siglo en el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú- Casa de Fader.

La mujer, quien con mucha emoción dio detalles de su trabajo en la casa de arte, dio detalles de cómo evolucionó el Fader en estos últimos meses tras haber estado cerrado por completo durante cinco años.

Entre obreros y restauradores, esta empleada de Cultura cuenta cómo han sido los últimos 23 años trabajando en el Fader. “Vengo del Teatro Independencia, pedí el traslado y acá estoy. Yo vivo cerca y siempre que pasaba, me interesaba, venía, los fines de semana, recorría el museo y me encantaba el lugar para pasar el resto de mi gestión. En el 96 llegué al Museo Fader”.

En relación con el cierre, Marisa contó que “ha sido muy fuerte para mí. En el 2012, cuando fue el temblor del 18 de junio, el museo ya venía con algunos problemas en el edificio y eso empeoró la situación y decidieron, desde Defensa Civil, cerrarlo por partes. Se recibían grupos reducidos, no más de 50 personas, se sectorizó una parte del museo, se hacían visitas muy controladas y, si venía mucha gente, se tenían que quedar grupos afuera. Se mostraban los problemas que había en el edificio. Ya en el 2014, se decidió cerrarlo definitivamente, para hacer un estudio estructural y no se recibió más público”.

“En el momento, fue muy fuerte ver cómo se estaba desarmando la historia de la casa, de tener cuadros preciosos colgados a sacar los paneles. Veías que a ese museo lo estabas perdiendo, pero sabías que era para algo mejor. Hacía años que estábamos esperando el arreglo del edificio y dijimos se tiene que empezar. Después, durante años, hubo mucho silencio”.

En 2016, el Gobernador Alfredo Cornejo visitó el Fader y anunció el inicio de las obras que permitirán la reapertura definitiva de uno de los espacios culturales más importantes del país. Marisa lo recuerda como un hecho “importante y triste, porque el equipo que trabajaba en el museo se desarmó. Muchas compañeras se jubilaron y otras fueron trasladadas y quedé yo sola, con el jardinero. Cuando anuncia el Gobernador que iba a invertir en el museo era lo más, porque en todas las gestiones veníamos peleando por eso”.

Durante todo el proceso, Marisa pasó muchos días sola en el Fader, de hecho, su única compañía es un perro. Sin visitas, se encerraba en el museo y sentía el orgullo de ser custodia de este espacio fundamental para el arte. En sus recorridas por los pasillos, tenía un diálogo imaginario con el museo. “Cuando caminaba por la casa y miraba los murales, pensaba: ya vas a volver a vivir, a tener tu gente de nuevo y te van a admirar, como siempre fue”.

Valorar noticia