Viaje al pasado: cinco sitios arqueológicos del norte argentino

Se trata de ruinas en Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca para volver a a los tiempos precolombinos
miércoles, 21 de marzo de 2018 · 07:00

1 Tucumán. Recuerdo de los quilmes

Los indios quilmes pensaban que los cardones albergaban espíritus protectores. Aunque crezcan en abundancia sobre las montañas de los Andes en todo el noroeste, no les resultó una defensa suficiente cuando tuvieron que luchar contra los españoles. Su civilización se extinguió a fines del siglo XVII, cuando los últimos sobrevivientes de las guerras contra los conquistadores fueron deportados a las costas del Río de la Plata. Dejaron tras ellos uno de los principales complejos arqueológicos del país. Las ruinas de su ciudad sagrada son un mosaico de paredes de piedra que forman cuadrados sobre el suelo rocoso. Son vestigios de casas, corrales y cementerios. Antes de los españoles, los quilmes fueron avasallados por los incas cuando extendieron su imperio hacia esa región. A pesar de todo, crearon un próspero centro urbano que vivía gracias a la cría de llamas y a extensos cultivos regados por canalizaciones de agua desde una represa. Los historiadores estiman que la ciudad de los quilmes tuvo hasta 5000 habitantes en el momento de su apogeo.Luego de su derrota, la ciudad fue olvidada y redescubierta por los arqueólogos Lafone Quevedo y Ambrosetti recién a fines del siglo XIX. En febrero se inauguró un centro de interpretación en la entrada al predio arqueológico.

 

2 Salta. En La ciudad perdida

Santa Rosa de Tastil es un pueblito de los Andes salteños y una de las paradas en el camino a San Antonio de los Cobres, cuando se sigue por ruta el trazado del Tren de las Nubes. Tiene apenas un puñado de casas en torno de una capilla y un pequeño museo. Allí se conservan algunos objetos y se muestran paneles que explican lo que fue la ciudad prehispánica de Tastil. Como Machu Picchu, los indígenas la "escondieron" de los conquistadores antes de abandonarla. Se supo de ella recién a principios del siglo XX, cuando Eric Boman descubrió sus ruinas. Santa Rosa está a 3100 metros de altura y las ruinas más altas aún, en la cumbre de un cerro. Los arqueólogos piensan que fue el principal centro comercial entre las llanuras del Chaco y los distintos pueblos de la cordillera. El escueto caserío de hoy no permite hacerse una idea precisa de la importancia que tuvo su antepasada durante el siglo XV. La ciudad prehispánica estaba además en plena expansión al momento de la llegada de los españoles. Su tejido urbano preservado deja ver cómo las casas están imbricadas una dentro de otra. Las paredes son gruesas para proteger del frío y de los terremotos, pero también para servir de calle. Las ruinas cubren unas 12 hectáreas donde es posible todavía encontrar algunos fragmentos de cerámicas al caminar entre las ruinas. Las piezas más valiosas encontradas en el sitio se llevaron al Museo de Salta.

 

3 Jujuy. La fortaleza del valle

La fortificación de Tilcara fue construida para controlar el tránsito en la Quebrada de Humahuaca. Domina el río Grande desde lo alto de una colina que se eleva en medio del valle, a unos cien metros de alto. El pucará protegió a los tilcara -una tribu omaguaca- pero no impidió que fuesen conquistados primero por los incas y luego por los españoles. Sus ruinas son el testimonio de aquella historia de dominaciones y forman una de las principales plazas arqueológicas del noroeste. Durante el siglo XX se llevaron a cabo varias campañas de excavaciones y restauración. Algunas con tanto celo que se reconstruyeron viviendas y se levantó una pirámide algo incongruente en medio de las ruinas. Sin embargo, la visita del pucará es uno de los momentos más intensos durante un viaje por la Quebrada de Humahuaca. El recorrido se completa con el jardín botánico andino, en la entrada del predio. Es la ocasión de ver una interesante colección de cactus de la región. Al pie de las fortificaciones, la ciudad actual es una típica postal norteña, con sus calles angostas bordeadas de casas bajas, su iglesia y su placita. Es un importante centro turístico donde se cruzan turistas de todo el mundo.

 

4. Jujuy la escalera de los incas

El Qapaq Ñan era la red de vías de comunicación del imperio inca. Totalizaba unos 30.000 kilómetros entre el norte de la Argentina y Colombia. Mientras en Occidente todos los caminos llevaban a Roma, en los Andes todos llevaban a Cuzco, en el centro del Tawantinsuyo. En la Argentina, el Camino Inca -como se lo conoció más tarde- recorría las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y llegaba hasta Mendoza, en el extremo sur de las regiones que fueron sometidas al imperio. Uno de los tramos más singulares está en la provincia de Jujuy. Une los pueblitos de Santa Ana y Valle Colorado, mediante escaleras de piedra que fueron talladas entre las pircas. Estas obras de tiempos prehispánicos son utilizadas todavía hoy por los vecinos de ambas localidades. Forman parte de la Huella Andina Norte, que a su vez es parte del proyecto Huella Andina desarrollado por el Ministerio de Turismo hace unos años. Para recorrerlo es preciso contar con un guía que garantice tanto la conservación como el rumbo en estas regiones más transitadas por los cóndores que por los hombres. En Santa Ana se alcanzan los 3400 metros, para bajar luego unos 16 kilómetros hacia Valle Colorado y, más adelante, el ingreso al Parque Nacional Calilegua.

 

5 Catamarca. La capital del sur

El Shincal es el mayor complejo arqueológico de la provincia. Fue una ciudad prehispánica importante, con una gruesa muralla perforada por una puerta de forma cónica, típica de la arquitectura incaica. El nombre completo del sitio es Shincal de Quimivil. Está a unos kilómetros de los pueblos de Londres y Belén. Antes de la llegada de los españoles, la ciudad era la cabecera regional del imperio inca, ubicada en un pequeño valle de la Sierra de Quimivil, conectado por el Qapaq Ñan. Estaba en un lugar de tránsito importante hacia el Pacífico por medio del paso de San Francisco. Además de varias hectáreas de ruinas de casas y depósitos de comida, el sitio conserva un ushnu: una elevación piramidal que simbolizaba el poder de los invasores incas sobre las poblaciones locales. Algunos de los objetos encontrados en el sitio están expuestos en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. El Shincal cuenta con un centro de interpretación.

Fuente: La Nación. 

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