Informe vitivinícola: el clima se pone espeso

viernes, 9 de noviembre de 2018 · 07:00

Por Marcelo López

Especial para MendoVoz

 

Hace largo tiempo que venimos advirtiendo sobre la problemática y preocupante situación de la vitivinicultura argentina. Las variables macroeconómicas y la economía diaria se manifiestan día a día complicando, no solo la actividad relacionada al vino, sino a todas las industrias productivas.

Los más grandes tienen espaldas para aguantar y tomar decisiones en búsqueda de no perder rentabilidad y posicionarse aún mejor en el mercado, pero lo más chicos son los que reciben todo el peso de la crisis. Los intendentes de los departamentos productivos comienzan a mostrar la misma preocupación que los productores y pequeños bodegueros. ¿Cómo será la cosecha?, ¿cómo se financiará? Y, por sobre todo, la preocupación se extiende a los meses venideros porque el precio de la uva y su cobro se han transformado en un problema mayúsculo; tanto es así que si no hay alguna reacción rápida, promete transformase en el tiro de gracia para miles de productores mendocinos.

Por lo pronto, un grupo de productores del Valle de Uco está presentando por estas horas una demanda judicial contra uno de los grupos vitivinícolas más importantes de la Argentina, precisamente por no respetar los precios pactados durante la cosecha de este año. Son -increíblemente- muchos los viñateros que aún no cobran su vendimia porque están en conflicto ante el cambio de condiciones una vez entregada la uva, o porque les entregaron cheques interminables.

Los grandes jugadores tienen otras formas de guarecerse del temporal. Esta semana se conoció la decisión de Cepas de cerrar la bodega Viniterra, que creara Adriano Senetiner en Luján a finales de los 90, y que fuera emblemática en la elaboración de Carménère. La empresa (uno de los más grandes jugadores en el mercado de vermuts, mostos, y graneles) decidió trasladar toda la maquinaria, personal y operatoria a Rivadavia donde tienen su operatoria más grande. Incluso están pensando en traer la elaboración de más vermuts a Mendoza, desactivando plantas en Buenos Aires.

Viniterra y sus marcas no desaparecerán y prometen desde Cepas seguir apostando a su crecimiento, pero es obvio que aparecen estrategias de concentración y reducción fuerte de costos para soportar uno de los peores momentos.

El Gobierno sigue creyendo que la llegada de inversiones y la exportación salvarán el pellejo. Los números dicen otra cosa; las exportaciones de vinos fraccionados, que son los que verdaderamente tienen valor agregado, apenas creció 1,1% (primera reacción positiva en muchísimos meses). Sin embargo, para que esta reacción sea sólida, empiece a “derramar” y los inversores se muestren interesados en desembarcar en estas tierras, deberán mantenerse condiciones económicas estables que hagan confiable la imagen argentina y permita a los posibles exportadores salir a buscar nuevos mercados y tener previsibilidad. Por ahora la economía argentina parece bastante lejana a dar esas señales.

 

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