A 30 años de la caída del Muro de Berlín: el triunfo de la libertad

lunes, 11 de noviembre de 2019 · 07:00

por Darío Lopérfido para diario Infobae

30 JAHRE FRIEDLICHE REVOLUTION-MAUERFALL. Con esta frase se anuncian en Alemania los festejos por la caída del muro: 30 años de revolución pacifica- Caída del Muro.

Fue una revolución, fue pacífica y fue, probablemente, el hecho histórico más importante para la libertad de mucha gente en Europa en mucho tiempo.

Se llegó a la misma de una forma extraña. Cabe aclarar que existía una gran presión ciudadana en ese otoño de 1989. Luego de más de 40 años de comunismo, la población se venía manifestando, el gobierno venía tomando medidas dando cuenta de ese malestar y un tiempo antes el Partido Comunista había cambiado a la máxima autoridad del país: el duro Erich Honecker había sido reemplazado por Egon Krenz.

El malestar seguía y se centraba, en ese momento, en el deseo de mucha gente de salir del país para las vacaciones de navidad. El gobierno comunista era consciente de eso y empieza a elaborar un plan de autorizaciones para permitir la salida del país. Se podría salir bajo un sistema de autorización previa del gobierno y por el período de vacaciones. Al momento del anuncio a la prensa se le encomienda a un funcionario llamado Günter Schabowski que comunique la medida. Durante esa histórica rueda de prensa, Schabowski empieza a explicar las medidas de manera dubitativa y dando la sensación de que no había leído bien la norma. Ante la pregunta de un periodista, anuncia que se había tomado la decisión de que la gente pudiera “abandonar la república” y que la implementación de la norma era inmediata. No menciona que había una metodología de autorizaciones y de visados. Ahí mismo explota el entusiasmo, la gente sale a la calle, y se produce la noche esperada por años. Se violan las barreras y la gente empieza a romper el muro con martillos y a saltarlo. Unos días antes, un acto así se pagaba con la vida o la cárcel.

Queda claro que el régimen no cayó meramente por un funcionario que anunció una medida sin haberla leído primero: el malestar contra ese estado tan represivo se venía incubando y las señales de cambio en el mundo venían sucediéndose hacía tiempo. El comunismo era un sistema que estaba muriendo. Dos años antes, Ronald Reagan había dado un discurso en la Puerta de Brandeburgo (del lado occidental y con el muro a sus espaldas) y le había mandado un mensaje rotundo al líder de la Unión Soviética: “Mr. Gorbachev, tear down this wall” (Sr. Gorbachov, derribe este muro). Mientras enviaba ese mensaje las negociaciones ya existían. El canciller de Alemania Occidental, Helmut Kohl, empezaba a ver lúcidamente la reunificación alemana. Además, hacía un tiempo que se venían produciendo negociaciones en torno al mundo comunista entre distintos personajes y con uno como central, Mijail Gorbachov. El líder soviético había visto la decadencia del régimen con claridad. Por un lado, las sociedades daban síntomas de cansancio ante regímenes que sólo se basaban en la represión y el control. En el caso alemán se ponía de manifiesto en la omnipresente “Stasi”, el célebre organismo que controlaba y buscaba disidentes con una impresionante meticulosidad basándose en espías y delatores. Luego de la caída del muro, fue realmente impactante cuando la gente empezó a darse cuenta de que muchas veces eran los mismos amigos o miembros de la familia los que habían pasado información a la Stasi. Cualquier gesto se tomaba como una conspiración y los castigos iban desde perder algún beneficio social hasta la cárcel.

Pero el comunismo, en todo el mundo, no sólo había fracasado en términos de represión y desprecio por las libertades. La matriz económica del sistema estaba en una crisis sin salida. La decadencia de las infraestructuras era total. El accidente de la central nuclear “Vladimir Lenin” en Chernóbil (26 de abril de 1986) había mostrado los problemas de desidia, financiamiento y mantenimiento del régimen.

Durante ese tiempo se venían sucediendo negociaciones donde se mezclaba la política con el auxilio económico de occidente a cambio de consolidar las políticas de apertura y liberalización del bloque comunista. Era Gorbachov quien venía llevando a cabo dichos acuerdos con sus políticas de Glasnost (transparencia) en lo político y el reordenamiento de la economía (Perestroika). El horror del estalinismo con su impresionante máquina de matar afloraba como discusión pública en la URSS y tenía a todos los sectores más conservadores del Partido Comunista en un estado de conspiración y enojo permanente. Mientras tanto, Gorbachov negociaba con occidente para sacar a la URSS del desastre económico y social sobre un escenario muy dinámico de la política en los países comunistas donde brotaban las contradicciones hacía tiempo. Entre muchos ejemplos de eso, podemos recordar la extraordinaria y popular gira de Juan Pablo II a Polonia en 1979 y los malabarismos del gobierno comunista polaco para intentar quitarle trascendencia. Era la primera vez en la historia que un Papa visitaba un país comunista.

En Alemania Oriental crecía la presión y el gobierno comunista compartía las mismas características que los demás países detrás de la cortina de hierro: una sociedad por demás controlada, unos burócratas en el gobierno que eran dueños de todos los privilegios y una economía que había perdido toda competitividad. Por ejemplo, en los últimos tiempos de la RDA para comprar un auto que se fabricaba en el país (el “Trabant”) había que inscribirse en listas de espera de más de 10 años.

Cuando se reunificó Alemania se creó un organismo con un fondo fiduciario para sanear o privatizar las empresas que habían pertenecido al bloque comunista (Treuhandanstalt). En los primeros tiempos del mismo, muchas empresas del este debían concurrir a este organismo y pedir dinero para pagar los sueldos de los trabajadores. Los 41 años de comunismo habían sido profundamente ineficientes y habían violentado los derechos fundamentales de las personas. La incorporación a una economía de mercado los encontraba desactualizados y las consecuencias de eso son, al día de hoy, un tema a resolver en Alemania.

Los extraordinaria alegría de esa noche daba cuenta de eso. Era la alegría de la libertad. Dos meses después de la caída del muro de Berlín, George Bush (padre) y Mijaíl Gorbachov se juntaron en Malta y dieron por finalizada toda la tensión de la Guerra Fría que venía arrastrándose desde la finalización de la 2da. Guerra Mundial.

La caída del muro de la vergüenza trajo dignidad, libertad y crecimiento económico a los países que habían sufrido el comunismo en Europa. Una cantidad enorme de personas soñaban o intentaban escaparse del este comunista al oeste capitalista: nunca pasó que los ciudadanos del lado occidental quisieran irse a vivir al este.

El paso del tiempo tiende a relativizar los logros de esos tiempos. Hubo y habrá problemas a causa de la reunificación, pero la incorporación a la libertad de millones de personas es indiscutible. La elasticidad moral de sectores progresistas de pensar que hay dictaduras buenas y malas es la indignidad que permitió que esos sistemas gozaran de buena prensa en una época. No se valora lo suficiente la libertad hasta que se pierde en manos de dictadores.

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