Jair Bolsonaro, los militares y la hijocracia

miércoles, 20 de febrero de 2019 · 07:00

Al jaleo en Brasil con Bolsonaro conviene no quitarle el ojo: nuestra economía depende mucho de la brasileña y de la marcha de la economía depende mucho acá el año electoral.

En los primeros 11 meses del 2018 le vendimos por US$ 12.934 millones y le compramos por US$ 14.345 millones. Hay complementación como con los autos y hay competencia como con las carnes. El juego con los autos se llama mantener alambrado el Mercosur: intercambio de autopartes y de productos terminados. El costo de esa protección la pagan los consumidores, en especial los argentinos: son los autos más caros del mundo.

Fuera de eso, el tema de más peso es el trigo. Pese a sus esfuerzos, Brasil no consigue autoabastecerse. El Mercosur fijó un arancel del 15% para todo país extrazona. Y Argentina aprovecha el beneficio: le vende más de 5 millones de toneladas por año, unos US$ 1.500 millones. Hay mucho trigo en el mundo y sobre todo en Estados Unidos, el mayor exportador, que presiona a Bolsonaro para venderle sin arancel.

Bolsonaro ha pasado casi tantos días en la Presidencia como en el hospital, algo inusual aún en una región acostumbrada a las cosas más extrañas.. Y apenas salió del hospital, le explotó un conflicto con el secretario general de la Presidencia y jefe de su partido en la campaña, Gustavo Bebianno.

Principal acusador o acosador fue Carlos Bolsonaro, el hijo del medio, concejal en Río y el pitbull de la familia. A los hijos les dicen 01, 02 y 03 según la edad. Carlos le dio total crédito a una investigación periodística que reveló desvíos de fondos, es decir corrupción. Con Bebianno se alinearon el vice, otros ministros, entre ellos varios militares y los jefes de los bloques parlamentarios del oficialismo. No le alcanzó.

Bebianno era el canal más activo en la relación con una legislatura que es un arco iris de colores y de intereses políticos: hay una treintena de partidos representados ahí. Un golpe para los esfuerzos del Gobierno por aprobar la estratégica reforma previsional que consideran el punto de partida para un nuevo ciclo de crecimiento económico. Los mercados registraron el golpe: subió el dólar y cayó la bolsa. Y hay menos optimismo sobre la suba del PBI.

Bolsonaro quiere llevar a 62 la edad de jubilarse para las mujeres y a 65 para los hombres, algo menos de lo que propuso Guedes, su ministro de Economía, un liberal modelo escuela de Chicago dentro de un gobierno ultra conservador.

Bebianno es un bolsonarista de la primera hora. El fin de semana filtró a los medios su decepción y su enojo. Habló de ingratitud y de deslealtad y hasta dijo o hizo decir que estaba preocupado por la salud mental del presidente y por el efecto del protagonismo familiar en las decisiones del presidente.

Todos descontaban que Bolsonaro lo echaría no bien empezara el lunes y por el Boletín Oficial. Bebianno intentó meter la marcha atrás: dijo que había que enfriar la cabeza y explicó que no pensaba atacar al presidente y negó haberlo llamado loco. Tampoco le alcanzó. El portavoz de Bolsonaro oficializó el despido con otra extravagancia: atribuyó la causa a “un asunto privado”.

Para evitar nuevos escándalos, lo reemplazará un militar: el general Floriano Peixoto. Con él, entre ministros y viceministros son 12 los militares en un gabinete de 22. Para no hablar de este predominio, en Brasil ya se empieza a hablar de hijocracia.

 

Fuente: Clarín 

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