Panorama Vitivinícola: Esperanza en la cosecha y la polémica que nunca falta

viernes, 23 de octubre de 2020 · 07:33

Por Marcelo López, especial para MendoVoz

Las plantas van tomando la bella forma de la primavera-verano, las hojas verdes se amontonan y las promesas del fruto comienzan a ser realidad. Los ingenieros, los enólogos, contratistas y laburantes recorren las fincas, miran al cielo y piden datos del clima.

En medio de la pandemia se trabaja con más recaudos, pero sin descanso en busca de la mejor fruta, madre de los vinos que el mercado nacional e internacional consume como hacía mucho tiempo no lo hacía. Las primeras estimaciones aseguran que, a pesar de que setiembre fue un mes horrible para el consumo en general, cuando se conozcan los despachos de bodega que brinda el INV mes a mes quedará consolidada la tendencia de la tibia, pero importantísima recuperación del consumo.

A medida que los días avanzan la preocupación por la cosecha no cesa, la incógnita de qué pasará con la mano de obra sigue en pie; sin embargo, esta semana hubo una buena noticia, el programa lanzado por el Gobierno de Mendoza en conjunto con el sector empresario y Soeva dio sus primeros frutos. Los anotados para capacitarse y trabajar en la vendimia 2021 ya son 3.000.

Ahora el desafío es otro, que esos 3.000 interesados en trabajar en la cosecha tengan el incentivo para hacerlo más allá de la capacitación que se les brinde. En el diagnóstico coincidieron un funcionario y un dirigente del sector, no solo es incentivo que quien se sume a la cosecha cobre un valor razonable, sino que además la industria tiene el reto de modernizarse por completo y humanizar el trabajo del vendimiador. Una parte ya ha avanzado en forma importante con la cosecha asistida, pero todavía quedan muchísimas, pero muchísimas, hectáreas que se siguen cosechando tradicionalmente. “La verdad que el modelo de cargar un tacho de 20 kilos al hombro e ir y venir 50 o 60 veces por día no es el más indicado. Sobre todo para convencer a gente de que quizás sea la primera vez en la vida que va a cosechar o lo ha hecho pocas veces”. El modelo funciona con las cuadrillas que vienen de afuera y hasta a veces trabajan al límite de lo permitido, pero es un esquema a superar.

Desde la industria valoran la actitud que ha tomado el sindicato de colaborar activamente y la del Estado de involucrarse fuertemente, pero además hay que evaluar costos de situaciones que habrá que prever como el traslado, protocolos, pernocte, estadías, guarderías, etc., sobre los cuales ya se está trabajando en conjunto entre los tres sectores.

Últimamente parece que no puede pasar una semana sin una polémica en el sector. Ahora estalló por la poca feliz publicidad de lanzamiento del proyecto de vino en botella retornable, PingVino del que hablamos la pasada semana.

La publicidad, basada en unos pingüinitos que hablan en su frío hábitat antártico, asegura que hay vinos intomables y otros impagables. La definición cayó como un baldazo entre los hombres y mujeres que llevan su vida en el mundo del vino. De algo estamos todos seguros, no hay vinos intomables. Si algo ha caracterizado al vino argentino en los últimos años es la alta calidad en cada uno de los segmentos desde el tetra brik hasta el super premium de $2.000 la botella. Hoy, hablar de vinos intomables es, por lo menos, un síntoma de que quien hizo la publicidad poco sabe de nuestra industria madre.

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