El bajón de ser contemporáneo de un distinto

viernes, 21 de febrero de 2020 · 06:54

Por Oscar “el Chino” Zavala especial para MendoVoz

 

“Lo odio, lo odio… pero qué bien lo hace”, finalizaba Tato Bores su sketch parodiando a Antonio Salieri y su supuesto encono con la gran dosis de admiración que sentía por Wolfgang Amadeus Mozart, lamentándose ser contemporáneo. 

Ya en 1504, Miguel Ángel y Leonardo compitieron frente a frente convocados para retratar las guerras patrióticas en el Salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio. Años después encontramos a Tesla versus Edison enfrentados en la “guerra de las corrientes”, competencia económica y tecnológica producida en la década de 1880 por el control del incipiente mercado de la generación y distribución de energía eléctrica.

A Agustín Magaldi ni siquiera le sirvió el romance con quien después sería Eva Perón (bueno, si alguien lo toma ofensivo, al menos fue el hombre que sacó a Evita de su pueblo para llevarla a las luces de Buenos Aires). Un artista completo, dueño de una voz encantadora, que nada pudo hacer porque “el cantor” de tangos en el mismo momento era nada más y nada menos que Carlos Gardel. Al galán, tramposo, aventurero, con una voz de barrio y acento porteño de Cacho Castaña, le tocó ser opacado por el Gitano: Sandro, “el ídolo de América”. ¿Cómo se brilla ante tamaño título?

En el deporte sobran ejemplos: Julio Mocoroa era un boxeador estilista; un lujo verlo bailar sobre el ring, pero en ese momento reinaba Justo Suárez, el Torito de Mataderos, quien para colmo le ganó por nocaut. De haber nacido antes o después, el reconocimiento sería mayor. Al menos, don Paco Bermúdez bautizó al mítico gimnasio mendocino con su nombre.

Y qué decir de José Froilán González con sus Ferrari y triunfos en la Fórmula 1… Pero estaba el Chueco Juan Manuel Fangio. O nuestro Aconcagua Ahumada con Víctor Emilio Galíndez.

A nivel mundial tenemos a Senna-Prost, Messi-Ronaldo... ¿Y aquellos jugadores o arqueros que esperaban en vano, más aún en tiempos que en el fútbol no había cambios y tampoco eran muchas las transferencias? 

Si no se hubiese muerto Lennon, ¿qué sería de Jagger? Un brillante Steve Jobs opacado por un tramposo -pero más bicho- Bill Gates.

En otro orden, Raúl Alfonsín tuvo que esperar a que muriera el Chino Ricardo Balbín para ser el líder de la Unión Cívica Radical.

Soy muy respetuoso de los credos y no quiero ofender, pero del relato bíblico de la pregunta al pueblo: “¿A quién quieren que liberemos: a Barrabás o a Jesús?”, se sabe la respuesta.

Los creyentes hablan de una profecía que debía cumplirse y la figura de Barrabás es la de un “asesino”, pero leyendo un poquito más descubrí esto: “Barrabás sí estaba acusado de asesinato, pero no era un ladrón… sino lo que hoy podría señalarse como “guerrillero”. Había quienes esperaban al Mesías que liberara al pueblo judío del yugo romano, y otros, como Barrabás, no querían esperar ese momento, sino tomar las armas para liberarse de la esclavitud.

Barraba_ás, en una revuelta, había matado a un soldado o a varios (eso no lo tengo claro). 

De no existir Jesús en su momento, ¿Barrabás hubiera sido “el Che” de hace dos mil años? Me hago cargo si se toma como herejía esta pregunta.

Lo cierto, amigos, es que, en casi todos los ámbitos, el ser contemporáneo de alguien que brilla con luz más intensa hace que se opaque lo de otro aunque sea muy bueno en lo que hace.

Iba a decir que empezaré a mirar de reojo a quienes tienen más o menos mi edad por si se llevan alguna gloria que pudiera ser mía, pero eso sonaría a pedantería.

Mejor le veo el lado positivo: sí me alegra -y mucho- ser contemporáneo de grandes personas como ustedes, que son mis amigos. 

 

 

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