Panorama vitivinícola: Una pelea contra enemigos visibles e invisibles

viernes, 27 de marzo de 2020 · 08:00

Por Marcelo López, especial para MendoVoz

Hace una semana expresábamos que éramos pocos y había llegado el coronavirus. Al compás de la sociedad la vitivinicultura también esta sufriendo cada día más lo embates de una crisis que la que no se tiene idea a qué profundidad llegará ni menos su fecha de finalización.

El primer escollo de la industria es terminar la cosecha, de la que no quedan más de dos semanas, y después terminar la elaboración de los vinos. El conflicto con FOEVA (el sindicato que agrupa a los trabajadores del sector) parece estar solucionado después de un par de reuniones en la Secretaria de Trabajo que dejó como dato anecdótico que algunos participantes tuvieron que hacerlo por teléfono porque no pudieron atravesar los controles para llegar al encuentro.

Pero terminada la cosecha y la elaboración de los vinos de este año el principal problema será sin dudas el devenir de una crisis que promete dejar muy heridos tanto al mercado interno como externo.

Los principales destinos internacionales del vino argentino como Estados Unidos o Gran Bretaña están en el peor momento de sus economías a tal magnitud que el plan de rescate pergeñado por el gobierno de Donald Trump llega a los 2 millones de millones de dólares o sea un 2 seguido de doce ceros.

El consumo mayoritario del vino argentino del mundo se da en los restaurantes, que son de los que más sufrirán junto con el turismo la pandemia mundial. Bodegueros e importadores dan por descontado que los pedidos se paralizarán porque seguramente se apelará primero a los stocks antes de solicitar nuevas partidas en un mundo con fronteras cerradas y comercio internacional en retracción.

El panorama del mercado interno es casi tan complicado como el internacional. La gran diversidad de situaciones, con municipios que se apartan de los lineamientos nacionales y no permiten abrir vinotecas o prohíben directamente la venta de alcohol, cierran un círculo que incluye los restó y locales gastronómicos cerrados. A eso hay que sumarle el tema económico que lleva a los argentinos a priorizar sus compras a primeras necesidades en momentos que hay que volver a apretar el cinturón.

La industria tendrá que reinventarse en métodos de comercialización y presentación. Las grandes ferias internacionales difícilmente volverán en el corto plazo; la compra en el mercado interno también tendrá que tomar nuevas formas y las bodegas deberán adaptarse a los nuevos tiempos.

Los desafíos del coronavirus se multiplican hasta el infinito y la industria está ante un desafío histórico para sobrevivir en un mundo hostil. Pero también le tiene que servir de lección para entender que la cuestionada institucionalidad del sector será fundamental en esta pelea contra enemigos visibles y otros invisibles.

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