Opinión

Llegan los vinos nuevos con valores altos y nubarrones reiterados

viernes, 3 de junio de 2022 · 08:14

Panorama Vitivinícola por Marcelo López, especial para MendoVoz

Llegó el día y los vinos de la cosecha 2022  ya están liberados para salir al mercado por lo que pronto comenzaremos a probar los tintos jóvenes, blancos y rosados de esta vendimia que los enólogos -casi al unísono- calificaron de muy buena en calidad, aunque escasa como ya hemos contado en este espacio.

Mientras esta columna se publica, este viernes, la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas está presentando el informe de la cosecha 2022; en tanto desde las bodegas tradicionales enólogos como Rogelio Rabino de Finca Flichman aseguran que “la vendimia 2022 nos dio una excelente calidad de uva y fue una de las cinco de menor rendimiento de los últimos 20 años” y advierte que “las variedades tintas fueron las protagonistas de esta vendimia dando una excelente calidad, con gran concentración y equilibrio”.

Lo cierto es que la felicidad que trae para quienes conviven los 365 días del año con vides, tanques, caldos y barricas tener cosechas y productos como los de este año es indescriptible Pero, se ensombrece cuando se empieza a mirar la situación de la industria que venimos comentando semana a semana.

Ya cerrado mayo, preocupa el constante aumento de precios en góndola y de insumos y la baja del consumo en el mercado interno que también se comienza a notar en las exportaciones por una pérdida de competitividad del tipo de cambio y la inflación mundial que trae nuevas pautas de consumo en los mercados del primer mundo.

En el mercado interno es muy probable que los despachos de mayo vuelvan a ser pobres en número o incluso se vea una baja.

Mientras los consumidores pueden, en estos días, encontrar ofertas casi increíbles sobre todo en los supermercados que necesitan rotar stock y cumplir objetivos de venta por lo que se dan situaciones casi esquizofrénicas de bodegas que pagan precios relativamente altos por los vinos y un retail, sobre todo en las grandes superficies, que sale a liquidar a precios imposibles para cualquier vinoteca.

Desde San Juan, y también aquí en Mendoza, aseguran que con la liberación de los nuevos vinos y la escasa cosecha y producción los precios se tonifican fuerte y se habla de aumentos cercanos al 100 por ciento.

Así, los tintos varietales rondan en los 110 pesos cuando el año pasado se pagaron 55 y lo mismo ocurriría con los genéricos que de 45 pesos se está pidiendo 85/90 pesos y los blancos escurridos que saltaron de los 38 o 40 pesos del año anterior a unos 65 este año.

La situación es definida como inestable y es muy probable que lo que se dice hoy mañana no valga porque los escenarios cambian a la velocidad de la luz. Lo único que se puede afirmar con cierta certeza es que, salvo un milagro, no será un año fácil para la comercialización de la bebida nacional.

Otra preocupación que ronda fuerte en la industria es la plaga de la Lobesia Botrana. Sin Ley (que cayó el año pasado) y legisladores y funcionarios que parecen no comprender la necesidad de trabajar en el tema rápidamente, las fuentes de financiamiento para el combate de la plaga no aparecen y para colmo los ingenieros agrónomos se muestran preocupados por su crecimiento que ya está apareciendo en algunas zonas del Valle de Uco.

La semana fue activa también en cuanto a otro de los problemas de la vitivinicultura y en general de todo el agro mendocino: el agua. La llegada del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, a la provincia tuvo como objetivo (entre otros) poner en marcha un centro regional junto al CONICET, Universidades y el INV de estudios y desarrollo sobre un tema fundamental para el crecimiento de la industria.

Hay que decir que el nombre del nuevo emprendimiento quedó un poco pomposo, Centro de Tecnología del Conocimiento para la Sustentabilidad Vitivinícola y Agroindustrial con Énfasis en el Recurso Hídrico, pero lo importante es que recibirá financiación por 350 millones de pesos para el desarrollo de un espacio de colaboración interinstitucional entre los sectores público y privado para el desarrollo sustentable vitivinícola y agroindustrial, especialmente focalizado en el uso eficiente del recurso hídrico, a partir de la generación de conocimiento que nos permite la tecnología 4.0 algo que se viene reclamando desde el sector desde hace tiempo, ante la necesidad imperiosa de optimizar y mejorar el uso del agua para poder hacer sustentable el crecimiento de la industria.

 

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