Caso Arregui: todos los detalles del confeso asesino

Roberto Audano declaró y dio más datos de cómo mató a su esposa. La Policía lo llevó hasta el lugar donde se deshizo del cadáver.
lunes, 12 de marzo de 2018 · 18:55

Roberto Luis Audano López nació el 14 de noviembre de 1947. Sus amigos y parientes, los más cercanos, lo llaman Tito. Se casó cuando era joven y tuvo cuatro hijos, tres varones y una mujer. Uno de ellos, por ejemplo, es veterinario. El otro, dueño de locales bailables en Chile.

La familia de este hombre de 70 años detenido la semana pasada tras confesar que mató a su pareja, la chilena Concepción Arregui, está destrozada y prefiere no tener contacto con él. No puede creer que ideó y cometió el asesinato. Está lejos de comprender por qué actuó de esa manera, como un psicópata, y prefiere no ir a visitarlo a la cárcel. Es el segundo golpe directo que sufrieron los hijos, después de la muerte de su madre.

En las últimas horas, el imputado por homicidio agravado por el vínculo fue trasladado hasta la zona del dique Potrerillos y marcó el sector donde arrojó el cadáver de la mujer de 59 años, el 5 de febrero.

Se trata del mismo lugar que estaban rastrillando los investigadores desde unos días antes de la captura del confeso homicida, el martes pasado.

Audano pidió hablar en las últimas horas ante el fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello porque quería agregar más detalles del acto criminal que perpetró.

Lo hizo el sábado durante más de tres horas en el Palacio Policial. No le hicieron preguntas y se limitó a brindar los pormenores de cómo mató a su esposa, a quien todos conocían como Conchy, utilizando un arma de fuego. Fue una declaración voluntaria.

Señaló que le dio varios balazos –no expresó la cantidad– en un camping de la zona del dique Cipolleti y que había planificado cómo deshacerse del cadáver a través de lo que sabía de su contacto con la naturaleza.

Audano conocía en detalle los espejos de agua de la provincia y también del país. Era amante de la pesca e iba seguido al dique El Carrizal a practicar ese deporte con amigos. Hasta tenía un bote.

Tanto conocía de animales que fue dueño del reconocido local Pájaro Uno, relacionado a la venta de mascotas y a los accesorios necesarias para ellas.

Por todo esto es que decidió deshacerse del cadáver en Potrerillos. Utilizó cámaras de cubiertas de camioneta para adentrarse en el dique y ató baldes con piedras para hundirlo. Todos los elementos necesarios para llevar a cabo este acto demencial los compró él, descartando la participación de terceras personas.

Sin embargo, los detectives –dijo este lunes el fiscal adjunto de la Procuración, Gonzalo Nazar– investigarán hasta descartar todas las alternativas.

El representante del Ministerio Público expresó en conferencia de presenta que los especialistas trabajan casi 8 horas por día en la zona y que utilizarán otro método de rastrillaje para intentar dar con el cuerpo de la mujer, ya que se encuentra en una zona de difícil acceso. A lo que apuntan.

El móvil del asesinato es lo que más intriga por estos días a los pesquisas. Audano no dio pistas en su declaración espontánea sobre los motivos que lo llevaron a matar a la mujer pero existe una hipótesis fuerte para sostener que se trata de un tema económico: el septuagenario tenía graves problemas de dinero.

Atravesaba un proceso de divorcio con Conchy desde mediados de diciembre e iba a quedarse en la calle. La casa que compartían, en el barrio Las Compuertas de Luján, había sido adquirida por la mujer antes de que se casaran –contrajeron matrimonio en octubre del 2016– y esto le impedía a Audano quedarse con el 50 por ciento. “Sólo había gastado algunos pesos para refacciones, una cuestión mínima”, detalló un pesquisa a El Sol.

Quienes lo conocen, sostienen que Audano fue un emprendedor desde muy joven. El dinero que ganaba lo invertía en otro negocio con el objetivo de progresar. La mayoría de sus gastos estaban vinculados al comercio.

La tienda de venta de mascotas, también servicio de transporte de carga pesada y gastronomía, como un local en calle Don Bosco de Ciudad, allá por el 2008, son un ejemplo de ello. Si bien tenía casas en Capital y Godoy Cruz, hace más de una década, mientras estaba soltero porque había enviudado de la madre de sus hijos, tenía domicilio sobre calle Ejército de los Andes, en Guaymallén.

Unos cuatro años después conoció a quien se trasformaría en su segunda esposa, Concepción. La mujer, quien vivía en Santiago de Chile, dejó todo por amor. Un primo de ella los había presentado.

Conchy vendió su departamento en el 2014 y compró la casa en Luján para vivir lejos del ruido de la capital del vecino país. La falta de dinero, la soledad y otras cuestiones personales se transformaron en un cúmulo negativo que influyó para tomar la peor de las decisiones.

Audano acribilló a Conchy y volvió a su casa. Había planeado el acto con anticipación. La familia de la mujer, que tenía contacto diario con ella a través de un grupo de WhatsApp, comenzó a preocuparse porque, al parecer, iba a dirigirse a Chile.

El hombre declaró en el expediente que la llevó hasta la Terminal de Ómnibus el 5 de febrero y que no la vio más. Los pesquisas, que por esos días investigaban una averiguación de paradero, no sospechaban de él. Era un personaje querido y respetado por sus vecinos y familiares, considerado un “bonachón”, por eso no estaba en la lista de sospechosos.

Pero, la instrucción de Pirrello dio un giro de 180 grados cuando detectaron que las antenas habían captado su teléfono celular en la zona de Potrerillos el citado día a la noche. Esto no cerraba con la declaración del comerciante y lo ubicaron en una escena desconocida pero cercana a su hogar hacia el oeste.

Así que decidieron realizar un allanamiento y hallaron sangre en su camioneta. Hasta ese momento, se mostraba tranquilo y seguía realizando las tareas hogareñas como si nada hubiese pasado. Lo llevaron hasta la fiscalía y confesó que mató a Conchy.

Está en condiciones de pedir la detención domiciliaria porque se trata de un hombre de 70 años, pero no lo ha hecho. Igualmente, sería una cuestión complicada, debido a que sus hijos no quieren saber nada con él y no tendría un domicilio para fijar mientras se desarrolla el proceso en su contra.

El fiscal, de todas formas, tiene argumentos para negar el beneficio y podría ser una cuestión que llegue hasta la Justicia de Garantías.

En las próximas horas, los equipos de rescate volverán a trabajar en el espejo de agua. El objetivo es dar con el cuerpo y realizar una necropsia. Han incautado armas en la casa de Audano y también dos cámaras de rueda de camioneta, guantes y zapatillas que habría utilizado el imputado.

Fuente: Diario El Sol.

Valorar noticia