Marcelino Iglesias: “El mayor desafío fue luchar contra la cultura del populismo”

A partir de esta semana, MendoVoz presentará una charla con los intendentes de los municipios en donde circula el periódico.
viernes, 1 de febrero de 2019 · 07:00

Marcelino Iglesias es el intendente de Guaymallén y recibió a MendoVoz en su remodelado y austero despacho del quinto piso del Palacio Municipal, ubicado en la avenida Libertad, de Villa Nueva.

Allí, con tres duraznos como desayuno, un cielo despejado y un calor que acechaba, este bioquímico -que fue ministro de Salud y director de OSEP- hoy tiene como misión llevar adelante el departamento más poblado de Mendoza. En la entrevista, habló con ganas y sin tapujos, fiel a su estilo.

-Lleva tres años como intendente, ¿cuál es su balance hasta ahora?

-Antes de asumir como intendente, en ese largo período de transición -qué fue muy malo del punto de vista institucional- siempre me hacía una pregunta y se la hice a personas de mi cercanía: ¿es Guaymallén un departamento viable? Esto lo decía porque no pagaban sueldos, ni retenciones, no le pagaban a proveedores, a prestadores de servicios ni contratistas. El equipamiento estaba destruido y la infraestructura era muy mala; las luminarias funcionaban muy poco y las acequias estaban tapadas de mugre. Y esa pregunta está contestada: Guaymallén es un departamento muy viable y cada día lo va a ser más.

Los desafíos que planteamos inicialmente fueron emergencias y logramos una ordenanza para ello, que la usamos solamente durante el primer año porque ahí ordenamos de tal manera el municipio que no consideramos necesario seguir usándola. A veces la emergencia te esconde los objetivos, te los disimula.

Hemos hecho mucho y hemos logrado salir. Empezamos poco a poco a trabajar con proyección de futuro y sé que cuatro años es poco, pero tenemos que acostumbrarnos a una política de Estado y pensar que el que venga -sea de tu pensamiento político partidario o no- tiene que continuar las obras; por eso hay que construir el camino.

-¿Cómo planteó el cambio?

-El gran desafío que tenía era ordenar éticamente el Municipio, cosa que lo hicimos con mano durísima desde el primer día; y también administrativamente, para que los recursos llegaran en tiempo y forma. En los últimos tres años, Guaymallén es el departamento que tiene el plan de obras públicas más grande de todo Mendoza, financiado con recursos propios; somos los que tenemos el equipamiento más moderno, complejo y diversificado de la provincia y estamos avanzando en algunos aspectos que no estaban idealizados al inicio de la gestión porque nuestra prioridad era tapar baches, levantar basura y limpiar cunetas.

Estamos en una etapa superior que tiene que ver con la puesta en valor de los espacios verdes, inversión en educación -como los jardines que estamos inaugurando-. El mayor desafío que tuve en la Comuna (y que todos los días me lo recordaba cuando me acostaba y me lo repetía como primer acto antes de desayunar) era luchar contra la cultura del populismo. Este Municipio estaba degradado en cuanto al recurso humano, porque sometían al personal a los designios y caprichos de quien estaba en este lugar, para un rédito personal. A ver si me entienden: yo defino qué hay que hacer, tales calles o tales obras porque creemos en una planificación pero no para ir a sacarme la foto -de hecho nunca salgo en esas fotos-. Eliminamos el culto a la personalidad. No hay una sola placa puesta en el Municipio con mi nombre y hemos hecho solamente una inauguración con 55 obras terminadas y ese fue el Jardín Amanecer, que se hizo por pedido de los docentes y lo mismo vamos a hacer con el Jardín Cumelén. Hemos tratado de darle mayor institucionalidad al Municipio.

-¿Cuánto costó eso?

-Esto fue lo más difícil, pero lo que más frutos nos dio fue una conducción muy fuerte con un poder delegativo importante, un equipo de trabajo pequeño. Tengo menos directores que la mayoría de los municipios de mi tamaño. Reduje de cinco a tres las secretarías, que es lo que marca la ley. Están las de Gobierno, Hacienda y Obras. No tengo subsecretarías y tengo direcciones; es decir, tenemos una estructura de gerenciamiento político muy pequeña. Pero no es fácil conseguir buenos funcionarios que estén dispuestos, que tengan conocimiento técnico, que hayan superado la prueba del ácido de la honestidad y que estén dispuestos al escarnio público de cualquiera por las redes sociales, donde te vituperan, te insultan -muchas veces de forma encubierta-. Por eso prefiero tener pocos pero buenos.

-¿Cómo funciona habitualmente?

-Desde temprano estoy reunido en mi despacho. Allí me pasan las novedades, doy las directivas e interactuamos permanentemente. No doy audiencias porque creo que hay una dosis de populismo en eso; favorece en el pensamiento mágico del que está a la búsqueda de un favor y la gente tiene que acostumbrarse a la institucionalidad. Que el problema se lo resuelva el área que corresponde. En los pedidos de audiencia o pedidos personales hay un gran porcentaje de excepciones fraudulentas o dolosas. Está muy metido en todos nosotros -los argentinos- que se cumplan las leyes "pero a mí haceme la excepción".

Esta es mi lucha. Me siento bien porque no me saco fotos entregando bolsas de comida ni membrana, colchones o repartiendo juguetes para el Día de Reyes arriba de los micros. Detesto esas cosas. Me parece que es burlarse de la dignidad de las personas.

Pero así como no doy audiencias también tengo que decir que ando todos los días en la calle y me paro a hablar con los vecinos y ahí siempre me encuentro con alguien que me hace un aporte que puede ser un reclamo, una sugerencia o un pedido

 

-Lo hemos visto interactuar por Facebook también

-Sí, contesto muchas inquietudes que llegan a Facebook. Contesto casi todo lo que puedo pero los pedidos de trabajo no los respondo porque esta no es una agencia de colocaciones sino una empresa de servicios.

-¿Se siente resistido por lo que dice o piensa?

-Sé que no soy simpático, que no tengo empatía, porque soy respetuoso o devoto de decir lo que pienso; no digo lo políticamente correcto si no lo que creo, todo a riesgo de equivocarme y cuando me equivoco asumo que lo hice. Pero ese es mi estilo. Me meto en debates que tal vez me convendrían eludir como el tema del aborto en donde siempre me he mostrado a favor de la despenalización. Quien recorre un poco mi historia lo sabe y no voy a cambiar ahora solamente por retener algunos votos.

Así también estoy en contra de la ley 7.722 (ley antiminera), cuando la promulgó Julio Cobos, le dije que era una porquería. No me voy a callar sobre lo que pienso porque creo que la gente tiene el derecho y la obligación de saber qué es lo que piensan sus gobernantes. No me gusta la franela ni la mentira; soy una persona que tiene una trayectoria y que cada cual la juzgue por lo que soy o por lo que hago.

Les cuento algo: me metieron preso el 24 de marzo de 1976, por radical. Era el presidente del centro de estudiantes de la Universidad de San Luis y tuve miedo, pero no mentí y no delaté a nadie. Pasé miedo. Pero si no me quebré ahí no quiebro más.

-¿Hay cosas que pensó que las solucionarían y quedarán sin poder hacer en este Guaymallén?

-Sí. Alguna vez dije que en Guaymallén tenemos el grave riesgo de nadar en mierda y fui muy criticado por esa frase. Apenas asumimos tuvimos una reunión con la gente de Aysam y nos dieron un panorama que nos hizo correr un frío por la espalda; ahí decía que el 70% de la red cloacal y de agua potable del departamento estaban en dos condiciones: colapsada o por colapsar. Por eso, este Municipio ha hecho tanto en cloacas, con recursos nacionales, provinciales y municipales. Tenemos dos desafíos inmensos: uno es la ampliación de la planta Paramillos y otro es el colector Boedo-Ponce. Y tenemos algunos problemas gravísimos más, como es el colector que viene desde La Estanzuela, que pasa por Godoy Cruz y atraviesa todo Guaymallén. Ese ya reventó varias veces -una vez en Elpidio González y otra en el espacio verde Pescarmona, de Godoy Cruz- y es una obra millonaria. Y la otra es una colectora que sale más de $600 millones que no puedo hacer.

-¿Cómo es su trato con el gobierno provincial?

-Siempre fue muy bueno. Todas las áreas me trataron bien; cuando me siento con alguien a pedirle algo lo hago porque lo necesito. A mí no me vas a ver paveando en la Fiesta de la Ganadería o la Fiesta del Chivo -por más ganas que tenga de ir- para mostrarme y conseguir cosas. No me tomo vacaciones y este año solamente fui a pescar dos días (que es algo que realmente me encanta).

-Tuvo que conducir el municipio en medio de la gran crisis.

-Mi mamá me decía: “No hay mal que por bien no venga”, y es una frase que siempre la utilizo. De todos mis amigos de OSEP que convoqué para que me acompañaran en Guaymallén, ninguno aceptó el desafío. Son unos cagones porque prefirieron quedarse en otro lado para ganar mejores sueldos. Y la verdad es que no me hubieran servido porque no tenían hambre de hacer las cosas. Armé un equipo con gente que incluso no conocía y estamos cambiando todo. Si hay un mérito que tengo es armar equipos efectivos. Con mi equipo discutimos lo sustancial, no discutimos la cuota de poder de cada uno. Trabajamos de manera horizontal y no salen nuestras internas a la calle, porque precisamente no las hay.

-¿Va a ir por la reelección?

-No te lo voy a contestar porque no lo sé. Los años pesan, pero la cabeza está firme y los desafíos me apasionan. Cuando estoy cansado, me fijo un nuevo desafío. Voy a tomar la decisión y mi equipo será el primero en enterarse.

 

Las cuentas municipales

-¿Cómo están financieramente?

-Hoy estamos en una situación financiera muy sólida, te diría que tan bien como Capital o Godoy Cruz y tal vez algún otro municipio, que venían siendo mejor administrados que este, que era un desastre.

-¿Mejoraron la recaudación?

-Mejoramos en todos los parámetros. En diciembre de 2015, hubo gente que pagó el año completo de impuestos porque no quería pagárselo a la gestión anterior y ese fue el mejor gesto de confianza que tuve. Todavía no sabemos bien qué porcentaje de recaudación hay y quiénes son los que cumplen y no lo sabemos porque el diagnóstico siempre fue malo y pasan cosas extrañas: hay calles que no existen dentro del panorama catastral y no puede enviarse la boleta de impuestos y servicios. Hemos tenido que ordenar todo esto -como por ejemplo el tema postal- para que al vecino le llegue la boleta y pueda pagar y así mejorar la recaudación. Hay gente que abrió un negocio, después lo cerró y no le dio de baja, entonces figura con una deuda incobrable.…Y hay que enseñarles que deben darse de baja. Ese mecanismo de actualización nos llevó mucho tiempo, es el día a día, no se ve, pero lo vamos mejorando.

 

Un problema constante

-¿Cómo ha visto el problema de la inseguridad?

-En este tema siempre he sido muy franco: el Municipio no es el responsable de la seguridad de los ciudadanos. Nosotros somos complementarios y por eso hice desaparecer la figura del preventor porque no creo en un joven sin arma que no puede allanar ni requisar ni solucionar algo. Como Municipalidad tenemos una acción complementaria como el desmalezado, el cierre de baldíos, mejorar la iluminación y creo que la seguridad ha mejorado en tanto y en cuanto hoy hay más rigor para los que delinquen. Pero es -y seguirá siendo- una asignatura pendiente. Esperemos que si siguen el camino que inició Alfredo Cornejo vamos a ver beneficios, que ya los estamos viendo ahora.

 

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