El Cosquín Rock online: solo faltó el pogo

Acomodándose a los nuevos tiempos, el festival pasó a las pantallas y tuvo un calor similar al que se vive en las sierras.
lunes, 10 de agosto de 2020 · 07:59

Mucho se hablaba y se esperaba de este fin de semana que pasó porque el Cosquín Rock pasaba a ser virtual por primera vez en su historia. Y después de haber vivido la experiencia, vale decir que se iluminó un camino a seguir en los próximos tiempos y les permitió a los artistas ver qué se debe hacer y qué no dentro de esta nueva normalidad.

Unos 60 grupos y solistas se repartieron cada día, desde las 16 y hasta pasadas las 22, en los porteños escenarios Luna Park, La Trastienda y Teatro Vórterix y, salvo algunas excepciones, la gran mayoría apostó a una estética como para tratar de cautivar a través de la pantalla aprovechando el despliegue técnico que tenían a su alcance.

Fue interesante lo que se propuso porque además de los números locales, aparecieron artistas de otros países y fue hermoso descubrirlos y escucharlos.

Lo que se vio

Esta nueva normalidad le cuesta más a los artistas que al público. Si bien es cierto que se extraña el canto colectivo, el pogo, el sentir que los graves pegan en el pecho y todo esa ritualidad que trae un recital, el público desde hace tiempo se sienta a ver por algún dispositivo un músico entregando su arte.

Vale recordar que durante años hemos visto, recomendado y regalado DVD’s de cuanto artista sea.

Pero quien no está acostumbrado a estar solo es el artista que, al fin y al cabo, necesita del feedback como agua. No es sencillo para ellos y ellas estar mirando a una cámara e imaginar que del otro lado hay alguien disfrutando de lo que hacen.

Algunos entendieron la situación y se acomodaron, usando las cámaras cómo cómplices (ejemplo Ciro Martínez, Fernando Ruiz Díaz o Trueno); pero otros fueron muchos más parcos y se limitaron a tocar y tocar, nada más.

Cosa para destacar fue la presencia de León Gieco. Desde su casa, en blanco y negro, despojado de todo, apeló al valor de tan solo cuatro de sus canciones ("El desembarco", "El Fantasma de Canterville", “La memoria” y “Solo le pido a Dios”) para poner de manifiesto el poder de la música, de la letra y, de paso, como gran patriarca del rock nacional, pedir que banquemos el momento y dejar una palabra esperanzadora.

El Cosquín Rock sirvió como experiencia porque los músicos y artistas que se subieron a los distintos escenarios demostraron en todo momento su felicidad por volver a estar allí, vivos, en el lugar que les corresponde. Y nosotros, limitados de espacios, de potencia de luces y sonidos pero intactos, disfrutamos de todos y de cada uno de ellos.

Este Cosquín tuvo hasta la eterna complejidad de tener que elegir entre una y otra banda, cosa que pasa en el físico, aquel que se hace en las sierras cordobesas. Y eso hizo que la magia también se mantuviera.

Lo estricto de los tiempos también fue una marca que se repitió. Hubo bandas a las que se les cortó la transmisión porque se estaban pasando de su tiempo y los inicios fueron muy respetados. Y hubo una buena reacción al repetir las presentaciones de Attaque 77, ANIMAL y Los Tipitos que sufrieron fallas técnicas a la hora de su transmisión.

La plataforma también contenía atracciones como galerías de fotos, espacio gastronómico con posibilidad de pedir delivery, venta de merchandising y meet & greets de fans con artistas, como ocurre en el festival presencial.

¿Cuántos lo vieron?

La jornada del sábado, en la que este formato hizo su debut absoluto, contó con unos 86 mil espectadores, según informaron los organizadores, número que puede haber crecido un poco en la jornada del domingo.

Desde su presentación, anunciaron que el Cosquín Rock llegó para quedarse y después de haber vivido esta primera experiencia, con gran nivel técnico, una variada grilla y en donde la transmisión fue casi siempre impecable y con un gran sonido es casi seguro que así ocurrirá.

El espacio ya está. Ahora depende de los artistas de cómo aprovechan el nuevo formato.