Tiene 16 años, le ganó a la leucemia y ahora quiere ayudar

Agustín Fuica está por terminar su tratamiento, pero antes quiere ser un referente para los que la están atravesando.
martes, 13 de noviembre de 2018 · 07:25

Agustín Fuica fue diagnosticado con leucemia cuando tenía 13 años y en pleno éxito deportivo. Su enfermedad le cambió por completo su vida y la de su familia, sin embargo la fe y voluntad del adolescente hicieron que su destino le diera una segunda oportunidad. Ahora, desde la vereda de enfrente, busca motivar a los jóvenes que están atravesando por una situación similar a la que vivió.

El lujanino de 16 años, actualmente, transita por la última fase del tratamiento para ganarle definitivamente a la leucemia que le diagnosticaron a los 13, tras sentirse mal en un partido que le tocó jugar en Buenos Aires con la categoría 2001 de Godoy Cruz contra San Lorenzo.

En su retorno a la Provincia, su padre, José Luis Fuica, les pidió a los médicos que le realizaran todos los controles necesarios, porque temía que fuera un problema cardiaco. Una vez conocido los resultados, el hombre, sin decirle nada a Agustín, le pidió al joven que pasara lo que pasara debía prometerle que iban a salir adelante juntos. A lo que el adolescente respondió con un “sí” rotundo, sin saber lo que se avecinaba a su vida.

“Una vez que me dijeron que tenía leucemia, los médicos me pidieron la internación inmediata. Para mí fue un golpe durísimo, porque venía de estudiar, de jugar al fútbol, y de entrenarme todos los días, y de repente tuve que pasar 8 meses internado y con quimioterapia. Nada de lo que me pasó fue fácil, pero me aferré mucho a Dios y a la gente que hizo cosas hermosas por mí, para que me sanara”, comenzó contando Agustín.

El joven de Vistalba tuvo que dejar el colegio, abonar el fútbol y excluirse de todo lo que pudiera afectar su salud. “Fueron días muy duros, se me cayó el pelo y me daba vergüenza que la gente me viera, porque no me sentía normal. Hasta que entendí que esto dependía de mí, y fue ahí cuando todo cambió. Empecé a valorar todo lo que me pasaba, como compartir un asado con mi familia, darme un baño sin las bolsas que tapaban el cablerío que acompañaba mi cuerpo, una charla con mis papas, todo. Y, hasta agradecía que me pasara a mí y no a otra persona, porque yo estaba muy fuerte físicamente en ese momento y tenía muchas ganas de vivir”, añadió el joven valiente.

Luego de dos años de trabajo intenso y seguir al pie de la letra el protocolo de los médicos, Agustín recibió la noticia de que el cáncer ya no estaba en su cuerpo, pero que existían todas probabilidades de que reapareciera en unos años y la única salida era el trasplante de médula.

La búsqueda no demoró en realizarse y la heroína de esta historia terminó siendo su hermana Valentina de 9 años, quien por ese entonces tenía 6. Si bien los médicos le explicaron que sólo sería una transfusión de sangre, la pequeña no lo dudó y, con tan temprana edad, ayudó a su hermano.

“Ella fue mi salvación, sin ella yo no estaría contando todo esto. Pero, también mis ganas de ganarle al cáncer y el amor infinito de mi papá, quien se arrodilló todos los días en la capilla del (hospital Humberto) Notti para que me sanara, y la compañía de mi familia y amigos, me motivaron a no bajar los brazos”.

El cuerpo de Agustín no rechazó el tratamiento que recibió en el hospital Austral, de Buenos Aires, por lo que, a casi 4 años de la noticia que le cambió la vida, volvió a las canchas del Tomba, ayuda a su papá con el manejo de trámites de la empresa familiar, y está a un año de recibir el alta completa. A esto, se le suma que el joven jamás abandonó sus estudios, los cuales continuó a la distancia. Ahora, el lujanino promete ser un pilar para quienes están atravesando por una situación similar a la suya.

“Estoy tan agradecido con la vida, porque con todo esto puedo ver las cosas de otra manera. Todo esto fue un milagro”, señaló el joven y pidió a quienes quieran contactarlo que le escriban a través de su cuenta de Facebook e Instagram: Agustín Fuica, para ayudarlos, acompañarlos en el proceso y contarles que “se puede salir adelante sólo con amor, porque el amor todo lo cura”.

 

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