Más bulimia y anorexia en niños italianos

Es preocupante el descenso de edad con casos entre los 8 y 11 años.
miércoles, 16 de enero de 2019 · 07:00

Cerca de dos millones y cada vez más pequeños son los jóvenes y niños italianos con trastornos alimentarios, entre ellos anorexia y bulimia, con un promedio de edad en picada con casos registrados ahora entre los ocho y los once años, según pediatras especializados.

"La edad de comienzo más frecuente para anorexia y bulimia se ubicaba entre los 15 y 25 años, aunque están en aumento los casos desde los 11 y 12 años y aún menores", explicó Annalisa Venditti, psicóloga experta en disturbios del comportamiento alimentario del Instituto Neurotraumatológico Italiano (INI).

Rechazo a la comida o, al contrario, grandes atracones suelen ser los problemas más frecuentes, y también se verifica el aumento en los hombres de la vigorexia, esto es la exagerada obsesión por un estado físico perfecto. "Entre las causas se destaca un profundo malestar personal que transforma el deseo de estar delgados y 'bellos' en una patología, agravada por la interacción en redes sociales, que facilitan las comparaciones con modelos de belleza inaccesibles", explicó la especialista. Los disturbios alimentarios son diferentes. La anorexia y bulimia, más frecuentes en mujeres, se hallan ligadas al control del peso corporal y resultan las más extendidas. En el primer caso una restricción patológica de la alimentación lleva a un estado a veces esquelético y, en el segundo, a las ingestas descontroladas de comida le siguen vómitos inducidos, abusos de laxantes y diuréticos y adicción a prácticas deportivas extremas.

También se dan las formas mixtas, en las que se pasa de anorexia nerviosa a bulimia en distintas fases de la vida o el disturbio de alimentación incontrolada (Binge Eating Disorder), una suerte de bulimia sin comportamiento compensatorio, que lleva con frecuencia hasta la obesidad mórbida: se estima que el 30% de los obesos se halla afectado por esta patología.

Venditti explicó que los disturbios alimentarios "golpean más a las mujeres, siendo el inicio más frecuente en la adolescencia, pero la edad está bajando ya con el ingreso a la escuela media".

Y el problema, advirtió la psicóloga, "aumentó también en los hombres, cada vez más pendientes del físico: la vigorexia, o anorexia inversa, es una forma de dismorfismo corporal que lleva a la persona a una continua obsesión por el tono muscular, el entrenamiento, un dieta hipocalórica e hiperproteica, a la cual muchas veces se agrega el uso de sustancias ilegales para alcanzar tal objetivo".

Algunas de las señales de alarma, según la experta, son: "Un imprevisto control extremo de la comida por el temor a engordar, dificultades para comer junto a otros, baja autoestima, actividad física excesiva, desaparición de grandes cantidades de comida o hallazgo de alimentos en lugares anormales como armarios o dormitorios, rituales alimentarios particulares y extrema selectividad alimentaria".

En la base de todo hay problemas de malestar personal e inseguridad: "No se debe subestimar que estos comportamientos siempre tienen el objetivo profundo de preservar un estado de bienestar, de modo que nos atracamos para enfrentar el aburrimiento, la falta de afecto o para escapar de una situación determinada, para calmar el estrés, para sofocar una emoción; así como se busca la delgadez y la forma 'perfecta' del cuerpo por una necesidad de sentirse más seguros", explicó Venditti. "Por lo tanto es necesario aprender a comer conscientemente, volver a reconocer los signos del hambre y la saciedad, no imponernos prohibiciones y trabajar sobre factores cognitivos y emocionales para comprender cuáles son las verdaderas razones que llevaron a los trastornos alimentarios", concluyó la psicóloga.

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