La gente ovacionó "Constelación del vino", que será repetido hoy y mañana

El espectáculo central de la Vendimia 2018 fue dirigido por Vilma Rúpolo y Guillermo Troncoso. Mirá las imágenes.
domingo, 4 de marzo de 2018 · 11:25

Los directores del espectáculo central de la Fiesta Nacional de la Vendimia 2018, llamado Constelación del vino, Vilma Rúpolo y Guillermo Troncoso, recibieron una ovación anoche en el teatro griego Frank Romero Day.

Igualmente, la puesta en escena –con guion de Arístides Vargas– podrá ser disfrutada en las repeticiones de hoy y mañana.

Una sinfonía universal creó en el escenario y el cielo una atmósfera especial, donde hubo voces primitivas y sonidos de la naturaleza, percusión y vientos. “Antes de que la Patria fuera patria fue Pachamama”, graficaba el texto. A la vez, estrellas y planetas danzaron en espirales en el suelo y en el aire, mientras el Coro de Hombres Sabios y Mujeres Sabias de Barro relató el origen de Cuyum, que luego sería Mendoza.

La Cueca de la viña nueva, interpretada por la orquesta en vivo y danzada por los bailarines, fue el puntapié inicial para que todos aplaudieran y recibieran esta fiesta.

Posteriormente, desde el Cerro de la Gloria hasta la fuente del escenario descendieron cauces de agua que tiñeron todo de celeste y turquesa. El sonido del agua fue un júbilo sinfónico, mientras hombres y mujeres de barro anunciaron el esplendor natural de nuestra tierra.

En nombre de la cultura huarpe, el Coro de Hombres y Mujeres Originarios realizó un ritual circular en torno a la cantante Sandra Amaya para representar el origen de las primeras comunidades y su conexión con la naturaleza.

La fundación de Mendoza

Sonidos metálicos, galopes y exclamaciones anunciaron la llegada de los conquistadores. Un presentador, interpretado por Adrián Sorrentino, y sus Bufones interrumpieron la función para contar cómo fue la doble fundación de Mendoza: la de Pedro de Mendoza y la de Juan Jufré. El uso de las pantallas led permitió concretar este innovador recurso.

Con caballos, soldados, arcabuces y barcos fueron representados aquellos acontecimientos en clave de ópera bufa, utilizada por primera vez y muy festejada por el público.

El coro de labriegos contó la llegada de la primera cepa, portada por una danza espiralada y ascendente, que se expandió en zarcillos, hojas y racimos.

Con la zamba, apareció el Tomero portando su farol, para dar paso a las estrellas que iluminaron la viña hasta mezclarse con el cosmos. También fueron danzados una cueca y un gato, haciendo alusión a las acequias y los frutos de la tierra, protegidas por los Guardianes del Cosmos.

Asimismo, la Virgen de la Carrodilla se hizo presente con la maravillosa voz de Patricia Cangemi, para presidir la procesión de seres alados y labriegos que danzaron en su honor, rodeados de constelaciones y luces amarillas, lo que despertó en el público la emoción y la devoción con sus pañuelos agitándose.

La llegada de los inmigrantes

Al ritmo de músicas italiana y española fue montada la estructura de un colorido conventillo. Así, todo era fiesta en el patio de la Mendoza de principios del siglo XX, donde se mezclaban las culturas de cada colectividad.

Italia, España y Francia estaban  presentes en nuestro crisol de razas. Luego, el conventillo se convirtió en bodega, y bailarines, bailarinas y un coro de inmigrantes festejaron la cosecha y el trabajo de todo un año.

De esta manera, la uva y el vino tiñeron todo de rojo para cubrir todos los escenarios hasta la fuente, con bailarines y bailarinas que danzaron el Bolero de Ravel mientras mostraban las bodegas y sus sonidos industriales.

Con grandes títeres manipulados por actores, el ñandú, la llama, el yacaré, el chivo, la gallina y el gallo se encontraron en un patio criollo para alabar el vino mendocino. Entre cogollos, brindis, punteos de guitarras y sonidos del campo que lo envuelven todo, celebraron la alegría de la fiesta fraternal de los argentinos.

Epopeya libertadora

La gesta libertadora con el general José de San Martín y sus sesenta granaderos presentó los ideales libertarios de nuestro país, cuadro que fue festejado por la gente respondiendo a las vivas del Libertador y ovacionando el Malambo de la Patria. Con banderas, anunciaron la unidad de la patria grande, el pueblo latinoamericano, con ritmos de América, cuando los sicus invadieron el escenario del Teatro Griego.

A continuación, con una noche estrellada, y el sonido de violines y bandoneones, fue ejecutado un tango que es emblema de la música popular argentina: nada más y nada menos que Adiós Nonino, del gran Astor Piazzolla.

Con el cielo estrellado, el cosmos se manifestó en todo su esplendor. Agitadas banderas anunciaron el malambo final con todos los artistas en escena contemplando una gran manifestación en el cielo donde caben todas las estrellas: la Constelación del vino.